DE
LA VALERA DE ADRIANO A LA VALERA DE HOY
Francisco
González Cruz
“Sin
tradición, ni abolengo, ni rancias heredades, ni combates, sin el peso de los
señoríos, la ciudad surgió a la vida con la República, liberal, abierta, con
ganas de hacerse a sí misma, pobre de galardones y escudos, únicamente
apostando a su fervor, dispuesta a cruzar todos los límites de la aventura,
porque desde el principio a los donantes se les ofreció la muerte gratis en los
documentos del Obispo Lazo de La Vega”.
Adriano
González León. Como Aventura y Realidad.
Discurso en el
Sesquicentenario de Valera. 15 de febrero de 1970.
Valera cumple el 15 de
febrero de 2020 doscientos años, y tal como hace 50 años Adriano González León
podría repetir su discurso como orador de orden, que fue el de un poeta
enamorado de su ciudad, consciente de su luminosidad y de sus múltiples carencias.
“Habló “El Nene”, como se le conocía en el Liceo Rafael Rangel, desde la
nostalgia que puso a caminar los recuerdos, y como rebelde activo que denunció
con las palabras precisas el drama de la ciudad, de sus barriadas y la pobreza
creciente.
“Esto
vive en los sueños, se aposentan en la memoria, nos concierne a impulso de
revisiones melancólicas, la ciudad está aquí, ahora, con ciento cincuenta años
en su radiosa presencia: Han caído muchos aleros y las urbanizaciones elegantes
se abren paso en el matorral. Pero en los flancos de las colinas, en el desagüe
orillero, 32 barrios con la misma mugre, el mismo charco y el mismo sol.
Desempleados que han ido formando la periferia del horror, requisitoria
constante para aquellos que pudieran perder la mirada y confundir los hechos
crudos con fiestas y proyectos”.
En la Sesión Solemne del
Concejo Municipal estaba el Presidente de la República Dr. Rafael Caldera, el
Presidente del Concejo Municipal Dr. Ramón Beltrán Espinoza, el Obispo de la
Diócesis de Trujillo Monseñor José León Rojas Chaparro, el Gobernador del
Estado Dr. Alejandro Sánchez Cortés, la Novia de Valera Srta. Milena Méndez, el
Presidente de la Comisión del Sesquicentenario Dr. Raúl Díaz Castañeda, y autoridades
civiles militares y religiosas, junto a un número público. Y el orador de orden
lanzando sus palabras como el mejor exponente de la literatura oral de nuestro
país, para contar sus querencias desde los tiempos en que aquí solo habitaban de “las colinas, el aire y la luz que acompañaron solamente a las
chamizas, las serpientes y los venados” hasta sus tiempos juveniles “con la enorme carga de vivencias, con los
dolores y los esplendores compartidos en la infancia, con la enseñanza que
hombres denodados e inquebrantables nos ofrecieron en la quieta ciudad
provinciana…”
Hablaba:
“La ciudad, compleja y caótica, ha comenzado a aglomerar su historia. Lo
que no ha ocurrido en el tiempo, ha ocurrido en intensidad. Se ha vivido hacia
adentro, en cargas explosivas, con epidemias y torturas, con poesía y
sordidez”.
Es
cuestión de dar la cara. Por ahora están la imaginación y las visiones: La luz
y el aire que han rondado durante ciento cincuenta años siguen inventando
formas y colores. Debajo están las cenizas de las primeras fogatas. Están las
cenizas de los antiguos muertos gloriosos. Arriba, junto al aire y la luz, la
vida joven que reclama, frente a las asechanzas internas y las asechanzas de
los grandes consorcios, un ejercicio pleno de la dignidad nacional.
Los altos gobernantes y la
gente toda escuchaban respetuosos y emocionados la voz del hijo más querido y
más rebelde de la ciudad, que venía a decirnos las cosas que sentía.
Libremente, sin censores, como
correspondía a los demócratas que eran. Fui testigo de esa hora luminosa.
Adriano arrancó lágrimas emocionadas y seguramente para algunos aduladores el
desconcierto de aquellas valientes denuncias frente al poder.
Antes de concluir lanza sus
oraciones de esperanza:
“Volver
de pronto la mirada a aquellos hombres y mujeres que valerosamente levantaban
el espíritu, puede renovar los ánimos. En esa línea de honor vivificante se
sitúa el Ateneo, donde pareciera resumirse todo el aliento y desde allí se
parte para encontrar el verdadero rostro de la ciudad”.
Y todos al terminar se
levantaron al brindis estrepitoso de los aplausos.
La verdad sea dicha: hoy ya
ni el Ateneo queda, fue confiscado en el año 2008 por los gobernantes que se
decían progresistas. Y no creo que frente al poder actual pueda un orador
hablar libremente como Adriano en aquel encuentro diverso y tolerante de esos
tiempos. A los doscientos años, como diría el poeta aquel día “no hay plenitud ni hondura vastas: somos
los esfuerzos posibles. La ciudad está preparada para asumir el legado de sus
hombres generosos y creadores”. La Valera de hoy tiene mayores desafíos que
hace 150 años. También tiene mayores y mejores oportunidades, en la sociedad
del conocimiento y en la emergencia de las ciudades sostenibles.
En referencia al estado
Trujillo que queden registradas hoy otras palabras de Adriano:
“Los
trujillanos somos difíciles”. “Trujillo tiene demasiadas complicaciones
políticas, religiosas y administrativas”. “Bueno…entre las chamizas y el musgo,
entre necesidades y una pobreza que no podemos calcular, está Trujillo”. “De
todos modos es importante mencionar la solidaridad y el combate: Esta comarca
del say y del díctamo que ayuda a prolongar la vida, tiene en su himno regional
dos palabras: la gloria y el honor”. (“Así son los Andes” de la
Editora Soledad Mendoza).
Hoy en Valera y en todo el
estado Trujillo seguimos alimentando esperanzas. Soñamos y trabajamos para que
las palabras de Adriano no hayan sido pronunciadas en vano.
Articulo de "EL NACIONAL"