No tengo dudas que estas dificultades que vivimos los venezolanos, representan una oportunidad para que aprendamos la gran lección que está pendiente desde los tiempos fundacionales. Se creó una república sin republicanos y con la serie de vicios que ya denunciaba el propio Bolívar en el Discurso de Angostura el 15 de febrero de 1819.
“Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición.
La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia. Semejante a un robusto ciego que, instigado por el sentimiento de su fuerza, marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos. Un pueblo pervertido si alcanza su libertad, muy pronto vuelve a perderla; porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud; que el imperio de las leyes es más poderoso que el de los tiranos, porque son más inflexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor; que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las columnas de las leyes que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”.
Es importante que aprendamos las duras lecciones de la historia. Un pueblo noble, en una geografía espléndida, viviendo todas estas penurias. El Chavismo o el Madurismo no es otra cosa que el paroxismo de todos esos vicios. Pero tan duras lecciones deben ser aprendidas. Y ese es el lugar de la esperanza.
“Así que no desmayamos. Aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el ser interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta tribulación momentánea produce en nosotros un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, ya no mirando nosotros las cosas que se ven, sino en las cosas que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las cosas que no se ven son eternas”. Corintios 4:16-18
No dudo que los venezolanos estamos cambiando de visión. Que de la concepción paternalista del Estado y del culto a los caudillos estamos evolucionando hacia una concepción más republicana y ciudadana de Nación y del Estado. Es decir destino.
Es mucha la gente -lo dicen las recientes encuestas- que acusan no a personas ni a la suerte de esta situación, sino al “Socialismo del Siglo XXI” que no es otra cosa que la suma de todos los disparates posible, incluyendo “la ignorancia, la tiranía y el vicio” y “la ambición, la intriga…y la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil”.
No hay duda que en medio de este trance hay gente que se aprovecha para alimentar sus odios y egoísmos. Hay quien se resigna y trata de sobrevivir aislándose. También quienes eluden la situación irresponsablemente, sintiéndose seguros en su zona de confort. Hay gente que espera que todo pase para que le toque el turno de gozar de los bienes públicos. Y están los que viven en la solidaridad y construyen las alternativas desde la cotidianidad y la lucha. Siento que estos últimos son la mayoría. Frente a aquella realidad vivida por los Libertadores en el Siglo XIX, estamos en la globalización, en la Sociedad del Conocimiento y la Información. Sabemos de experiencias exitosas en el camino de que otra realidad es posible.
Juliana de Norwich: escribío en el siglo XIV. “Aprendí de la gracia de Dios que debía permanecer firmemente en la fe, y que debía por tanto creer firme y perfectamente que todo habría acabado en bien…” Y Jesús según Juan 14:27 “Mi paz os dejo, mi paz os doy. No la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”.