Trujillo
es una tierra de lugares, de paisajes, de pueblos y caseríos, en una dispersión
de casas y caminos que ocupan sus siete mil cuatrocientos kilómetros cuadrados,
en el marco de una geografía de grandes contrastes y de gran biodiversidad.
Trujillo
es la puerta de entrada a Los Andes desde el norte y goza de la misma
complejidad geográfica de la cordillera, con sus escarpadas cumbres, sus
hermosos valles altos y sus amplias llanuras que van al Lago de Maracaibo. Sus
helados páramos cubiertos de frailejones, aquí y allá frescos valles y vertientes
multicolores cultivados de hortalizas y de verdes cafetales. Y en las zonas cálidas
los extensos pastizales, cañamelares y frutales.
Trujillo es una región de
hermosos pueblos que repartidos por todas partes fueron hechos como joyas
encastadas a ahorcajadas de alguna cima, pegados a una vertiente o cómodamente
instalados en una terraza construida por sus numerosos torrentes.
Trujillo es ambiente rural,
de siembras y ganados, de mercados agrícolas, de labradores y de fiestas
campesinas. De artesanos y artistas populares que tallan la madera, moldean el
barro y tejen las fibras en multicolores objetos.
Trujillo es de gente
católica practicante y en cada lugar destaca su iglesia generalmente colmada de
fieles, con sus cofradías, sus procesiones, sus fiestas a la Virgen de la Paz , patrona de la ciudad
capital. San Isidro es el patrono de los agricultores y en todas partes se
celebra su fiesta el 15 de mayo, en una pintoresca romería donde se bendicen
animales y productos de la tierra. San Benito es el santo negro y sus tambores
resuenan en diciembre y enero en toda la zona llana. San Juan, San Pedro, San
Pablo, San Roque, Santiago, La
Virgen de la
Candelaria , el Santo Niño Jesús de Escuque y muchas otras
patronas y patrones llenan de celebraciones el calendario de los caseríos,
pueblos y ciudades.
Trujillo es la tierra natal
del Dr. José Gregorio Hernández, la persona más conocida y más querida de los
venezolanos, por su vida ejemplar como hijo, hermano, estudiante, maestro,
científico, médico y por sus virtudes heroicas como cristiano. En Isnotú, en el mismo lugar donde nació,
existe un santuario que atrae cientos de peregrinos de toda Venezuela y del
exterior, que vienen a dar gracias por los favores recibidos.
Trujillo es ahora también
tierra petrolera y la zona vecina al Lago de Maracaibo se llena de torres de
perforación, de oleoductos, de campamentos y de toda la infraestructura tan
propia de esos paisajes.
Trujillo es, a decir de los cronistas antiguos y recientes, una
comunidad “fuerte y pacífica”(Rafael Ramón Castellanos), “una comunidad organizada” y su nombre tiene
una evocación “de trabajo, de lealtad, de bien, de hermandad por encima de
todo, proclives, siempre, a la colaboración con los demás, al fomento de
ideales de solidaridad” (Mario Briceño Perozo) que nuestra gente es “ toda bien
dispuesta y de buen parecer”(Fray Pedro Simón), “muy lucida y bien
agestada”(Fray Pedro de Aguado, que
“...basta saber que uno ha nacido en Trujillo, para que en la común
estimación sea reputado como de afable natural, de noble trato y de una
intención sana y sin malicia”(José de Oviedo y Baños).
La geografía trujillana es
de suyo compleja y variada. El Ramal de
Calderas y el Ramal del Rosario separan a Trujillo de los Altos Llanos
Occidentales. La sierra de Trujillo que es la columna vertebral del territorio,
un poco sesgada al este, separa las tierras boconeas, de las del río Motatán o
río de los “stimots”. Entre estas dos moles, la tectónica y el impetuoso
trabajo de los ríos Burate y Boconó, han conformado un estrecho pero hermoso
valle que recoge todas las aguas de estas vertientes para írselas a entregar al
Orinoco.
La sierra del Norte o de La Culata separa al valle del
Motatán de las ubérrimas tierras de la planicie del Lago de Maracaibo. De uno y
otro lado las aguas se van reuniendo para irse a alimentar el lago. Al norte
desde el “Alto de Nunca Jamás”, pasando por las Cumbres de Parajá hasta el
cerro Tucumán, conforman un conjunto de elevaciones que cierran el
territorio trujillano por el norte, pero
permiten entre sus depresiones, ríos y quebradas que como la de Agua de
Obispos y Villegas, llevan sus aguas al
Golfo Triste del Mar Caribe.
Desde estas serranías
avanzan a sus costados diversas ramificaciones que complican las narraciones y
enriquecen los paisajes. Por sus numerosos valles corren las aguas de la
quebrada de Esnujaque, la de Tuñame y de Durí, la Quebrada Grande ,
el río Momboy, el río Escuque, la quebradas de Cabimbú y Cuencas, el río Jiménez o San Lázaro, el Castán y el
Mocoy, el Monaicito con las quebradas La Vitú y Visupite, la quebrada
de Timiache, el río Burbusay, el río Cendé, el Carache o Misnumboc, el río
San Antonio, la quebrada de El Socorro, el Saguás, el río Pocó y Monte Carmelo,
el Buena Vista, el Caús, La Vichú y de La Arenosa , entre otras. Son
valles que ofrecen sus vegas y laderas para que la gente construya sus casas y
sus caminos, levante sus poblaciones, realice sus actividades y vaya lentamente
construyendo sus lugares.
Cada uno de estos paisajes
tiene su particular unidad, su propio clima, sus formaciones vegetales, sus
colores, su gente, sus tradiciones y su manera de ser. Incluso sus rivalidades.
Es decir tiene una identidad. Son cada
uno de ellos elementos con características específicas propias, pero que
comulgan con la heterogénea unidad que conforma la geografía trujillana.
La identidad trujillana está bien
definida en un territorio que ya contenía una unidad cultural en tiempos prehispánicos
– la Nación Cuica
– sobre la cual se implanta la colonización española que mantiene una cierta
entidad, dada la sólida presencia de una ciudad tempranamente fundada –
Trujillo, la primera de los Andes Venezolanos en 1557 – y el celo con que sus
habitantes defendieron su unidad y su autonomía como entidad provincial.
Los Cuicas, cuyo nombre
significa “hombres, hermanos” eran personas muy organizadas, solidarias
y trabajadoras, que vivían en las tierras medias y altas del en diversas
comunidades de agricultores (cultivaban maíz, papa, frijol, yuca, ocumo, güaje,
apio, batata, tabaco, cacao, entre otros) y artesanos con una lengua en común,
lo que les daba una clara identidad. Muchos de los nombres de lugares y
comarcas recuerdan los nombres de las principales tribus o de sus jefes: Boconó,
Mucas, Tonojó, Monay, Tirandá, Mitisú, Marajabú, Isnabús, Estiguates, Tostós,
Niquitao, Burbusay, Carache, Chejendé, Miquimbós, Jajó, Durí, Esnujaque,
Escuque, Isnotú, Mosquey, Moporo, Tomoporo, Betijoque y muchos otros.
Esta tierra atrajo temprano a los
conquistadores y el 9 de octubre de 1557 fue fundada Nuestra Señora de La Paz de Trujillo en el sitio de
los escuqueyes (hoy Escuque) y luego de andar errante por varios lugares
encontró su asiento definitivo en el valle de Los Mucas. La colonia, sobre todo en los primeros
tiempos (siglos XVI y XVII) fue de una febril actividad. Trujillo era uno de
los 17 Partidos Capitulares de la
Provincia de Venezuela y existían los cabildos de blancos y
de indios. “El de Trujillo es el primer cabildo de la Cordillera ” afirma el
Dr. Mario Briceño Perozo. Fue tal la prosperidad de la ciudad que atrajo la
avaricia de los piratas y corsarios. En 1666 el francés Le Olonais la trata de
asaltar pero sus valerosos defensores la salvan. Doce años después, en 1678, el
pirata Francisco Esteban Granmont de la
Mote logra entrar a la cuidad y la saquea e incendia con
particular crueldad.
Para los años cuando se inicia la gesta de la independencia, la
entidad había recuperado gran parte de su prosperidad y aquí encuentran terreno
fértil los aires de libertad. El 9 de octubre de 1810, a doscientos
cincuenta y tres años de la fundación, el Cabildo de Trujillo convoca una
asamblea de ciudadanos para escuchar a fray Ignacio Álvarez, natural de Escuque
y Párroco de Betijoque, quien disertará sobre los sucesos de España y sus
repercusiones en Venezuela. Luego del debate correspondiente, los allí
presentes declaran la autonomía de la provincia de Trujillo, designan un Cuerpo
de Electores y éste designa la
Junta Suprema de la Provincia de Trujillo. Un mes después eligen al
Diputado que representará a la nueva Provincia en el primer Congreso
Constituyente de Venezuela y allí Trujillo se gana la estrella que ostenta en la Bandera Nacional.
El primer Congreso Provincial de Trujillo se instala en el mes de
agosto de 1811 y el 2 de septiembre de ese mismo año, en la Sala Consistorial
de la ciudad, se proclama la “Constitución Provincial de Trujillo”, tres meses
antes que la primera Constitución Nacional.
Los trujillanos pagaron caro su adhesión a la causa independentista
y en los primeros años de la guerra ya cuenta con numerosos mártires, la
mayoría de ellos protagonistas de los sucesos de octubre de 1810. Trujillo es
escenario de grandes acontecimientos y el propio Libertador General Simón
Bolívar lo visita en cuatro oportunidades: en 1813, en 1820 y dos veces en
1821. Destacan por su importancia los combates en la Campaña Admirable en El
Colorado (cerca de Escuque), en Betijoque, Ponemesa, Agua Santa, El Cequión, en
Agua de Obispos, y en particular la
Batalla de Niquitao, entre otros. En la ciudad de Trujillo,
el día 15 de junio de ese año, dicta la famosa “Proclama de Guerra a Muerte” en
la casa de Don Jacobo Roth, donde hoy funciona el Centro de Historia con un
importante museo. El 25 de noviembre de
1820 son suscritos los Tratados de Trujillo de armisticio y de regularización
de la guerra y ratificados por Bolívar y Morilla en Santa Ana dos días después. En 1821 se reúnen en la ciudad de Trujillo el
General Bolívar y el obispo de Mérida Dr. Rafael Lasso de la Vega , en la primera reunión
oficial entre la jerarquía de la Iglesia Católica y el líder de la independencia.
Luego de
consolidada la nueva república la gente trujillana no encuentra sosiego y son
los caudillos locales los que llenan de violencia la tierra trujillana, hasta
principios del siglo XX, cuando el Dictador Juan Vicente Gómez impone la paz.
Son famosos los caudillos trujillanos, entre los cuales se destacan General
Montilla llamado “El Tigre de Guaitó”, el General Juan Bautista Araujo “El León
de la Cordillera ”,
los Doctores y Generales José Emigdio González, Rafael González Pacheco, Francisco
Vázquez, Rafael Gabaldón y Leopoldo Baptista. La historia reciente está
dominada por el proceso centralista del modelo petrolero rentista, que
significa para este estado una persistente emigración selectiva.
Trujillo es
reputado por su cultura y por el destacado relieve de sus intelectuales, El
“Estado Ateneo” se le dice gracias a sus numerosos ateneos, todos nacidos y
sostenidos por su comunidad cívica, entre los cuales destacan el Ateneo de
Trujillo, el de Valera, el de Boconó, el de Betijoque, el Ateneo Urdaneta de La Quebrada , la Institución Escuqueña ,
el de San Lázaro, el de La Mesa
de Esnujaque, entre otros.
Es larga la
lista de sus intelectuales, entre los cuales se citan: el Dr. José Gregorio
Hernández, Rafael Rangel, Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno, Mario Briceño
Iragorry, Arnoldo Gabaldón, Joaquín
Gabaldón Márquez, , Rafael María Urrecheaga, Caraciolo Parra y Olmedo, Américo
Briceño Valero, Amílcar Fonseca, Eusebio
Baptista, Laudelino Mejía, Mario Briceño
Perozo, Aura Salas Pisani, Miguel Ángel Burelli Rivas, Arturo Cardozo, Hernán Méndez
Castellano, Emigdio Cañizales Guedez, Rafael Ramón Castellano, Asdrúbal Colmenares, José Antonio Abreu, Ana
Enriqueta Terán, Adriano González León, Francisco Pérez Perdomo, Enriqueta Madrid y muchos otros.
Trujillo ofrece
al país gran variedad de hortalizas, tubérculos, frutas y flores propios de
climas frescos, además de café y caña de azúcar. En sus dilatadas zonas bajas
produce carne y leche de buena calidad, así como sus renombrados quesos. Así
mismo es importante productor de
sílice, caliza y arcillas y sus derivados de envases de vidrio, cemento y
materiales de construcción. Los hidrocarburos representa un potencial de
producción de alrededor de doscientos mil barriles diarios de petróleo liviano
y cuenta con altas reservas de gas.
El
turismo puede ser una importante actividad económica gracias a su rica variedad
paisajística, apreciada herencia cultural, la red de pueblos típicos, sus
sitios históricos, sabrosa gastronomía, las aguas termales, la presencia del
Venerable Dr. José Gregorio Hernández, el Monumento a la Virgen de la Paz , las fiestas
tradicionales, artesanía y muchos otros atractivos. El baile folklórico más
popular el de San Benito, particularmente en la llamada “Zona Baja” alegre
parranda decembrina de numerosos tambores llamados “chinbángueles” a cuyos
golpes bailan todos. Las Locainas son bailes done se teje con multicolores
cintas una larga vara y los bailarines van disfrazados de diversos personajes.
El Baile de los Enanos y La
Muñeca de La
Calenda es muy atractivo, este baile proviene los ritos de
los indígenas que habitaban lo que actualmente son los pueblos de Santiago y
San Lázaro. La fiesta de San Isidro Labrador se realiza el 15 de mayo en casi
todos los pueblos y aldeas de la “zona alta”. Los pesebres, las Misas de
Aguinaldos, la Navidad
y luego las “paradas o búsquedas del Niño” alegran diciembre y enero. La Fiesta
de los Reyes Magos que en San Miguel de Boconó es famosa, así como de del Niño
Jesús de Escuque el 14 de Enero. La Semana Santa viviente es tradicional en Tostós y
también se celebra en Tres Esquinas (cerca de la ciudad de Trujillo), La Quebrada y otros
lugares. La celebración del carnaval en
muy vistosa en Boconó, por los desfiles de carrozas y en la ciudad de Trujillo
por los vestidos de fantasías en los bailes del Club de la ciudad.
Trujillo es buen lugar para
comer. Entre sus platos destacan los tradicionales pollos a la brasa con mojo
trujillano, arepa y cuajada de Trujillo, los panes y amasijos de Boconó, las
acemas caracheras, las carabinas (hallaquitas de caraota) de Mendoza Fría y de
Quebrada de Cuevas, las chulas de Niquitao, las roscas de agua de La Puerta , el queso ahumado en
los páramos y el ají trujillano en todas partes.
Trujillo es una tierra de
lugares encantadores poblados con gente buena.