Ya No Es Tiempo De Caudillos



Nos reunimos esta noche  para unos actos propios de la trujillanidad. Nos reunimos para presentar el segundo tomo del libro del Dr. Roberto Vetancourt, "Tiempo de Caudillos", que tan buen suceso tuvo en su primer tomo. También  para rendirle un merecido homenaje al Ing.  Octavio Jelambi, una persona de altos quilates como persona, como profesional y como luchador por la naturaleza.

También para presentar el CD sobre Cien Años de Historia Trujillana, una maravilla que solo el trabajo de unas personas amantes de esta tierra, dotados de unas especiales destrezas tecnológicas, hace posible. Y para deleitarnos con  la prosa elegante y bien documentada del Dr. Miguel Angel Burelli Rivas, en buena parte el primer promotor de este acto, quien será el orador central y quien se extenderá sobre los merecimientos de nuestros homenajeados. Así mismo para escuchar la buena música de nuestra Camerata Universitaria y compartir algunos momentos.

No nos reunimos para el coloquio nostálgico sobre el tiempo que pasó, sino para tomar los arquetipos que nos ofrecen el pasado y sus lecciones, con miras a construir un futuro mejor. La raíz da a la planta el alimento y el sostén que permite su desarrollo pleno. La raíz no sirve por sí sola, solo alcanza su realización plena en la hermosa explosión de aromas y colores de una flor, en la suculenta elegancia de una espiga o en el frondoso ramaje de un árbol.

Ya no es el tiempo de los caudillos. Ese tiempo ya pasó. Pero queda muy bien expresado en estos libros de Robertín, y también en los de Emigdio Cañizales Guedez, de Rafael Ramón Castellanos, Mario Briceño Yragorry, Fabricio Gabaldón, Perfecto Crespo y tantos otros que han recogido en hermosas y documentadas páginas los tiempos y los lugares que son punto de orgullo del gentilicio trujillano.

Porque Trujillo tiene historia y de la buena. Desde los tiempos en que aquí solo habitaban los indígenas hay mucha y buena historia. Y a lo largo de los tiempos coloniales en Trujillo se sembraron hechos que son recogidos por las crónicas. Y fue heroico el Trujillo de los tiempos de la Independencia y a lo largo de todo el tiempo de conformación de la República. Trujillo tiene historia.

"Mire bien para que vea" es una manera de decir aquí en Trujillo.  Buena falta nos hace mirar un poco hacia atrás para ver bien que esta tierra no tiene la vocación de rancho en que hemos devenido desde un tiempo para acá. El protagonismo trujillano en la historia nacional ha sido denso. Tenemos que recuperarlo.

En varias oportunidades he recurrido a un pequeño cuento que leí una vez en un libro de Antonny de Melo, sobre un huevo de águila que fue empollado por una gallina. El polluelo de águila nació como gallina, se crió como gallina y vivió como gallina, pero era un águila. Envidiaba el vuelo alto y elegante de las águilas, pero se sentía gallina. Con ayuda de alguien, un día descubrió que era efectivamente un águila y luego de varios intentos y fracasos,  emprendió el vuelo.

Hace apenas unos días Eladio Muchacho me regaló un libro de Leonardo Boff  titulado " El águila y la gallina" donde atribuye esta historia a  James Aggery, un maestro de Ghana vinculado a las luchas por la liberación de su país. Allí Boff desarrolla y profundiza ese relato. Permítase parafrasear a  este célebre sacerdote franciscano brasileño, para aplicar la anécdota a Trujillo.

Trujillo por su historia, por sus valores humanos, por sus mejores tradiciones y por su cultura, tiene vocación de Cóndor. El majestuoso Cóndor de Los Andes  es el ave más grande y de mayor envergadura de nuestros Andes. Son proverbiales su majestad y su nobleza. Su elegante porte adorna escudos y banderas. Su fuerza y poderío son formidables. Solamente vuela en los días en que el sol ilumina todas las montañas. Se remonta a las mayores alturas y  recorre hasta 200 leguas en un día. Su plumaje es negro, con visos azulados como el acero. Y sus potentes a las están rodeadas de blanco como  es blanca su majestuosa  gargantilla. Habita en las más altas cumbres de la cordillera.

Diversas circunstancias han hecho que la naturaleza de Cóndor que tiene nuestra región se haya disminuido. Muchas indolencias, prudencias culpables, falsos líderes, junto con otros factores han querido convertir a esta tierra trujillana en un corral de gallinas.

Pero la naturaleza de Trujillo es de Cóndor y tenemos  que hacer todo  lo posible porque encuentre su estado natural, y emprenda el vuelo. Que despierte de esos complejos que nos tienen agallinados. Mirando al piso o para atrás.

Tenemos que abandonar la prudencia culpable que nos hablaba Don Mario Briceño Iragorry. Abandonar las añoranzas y las lamentaciones, sacudir las anchas alas que tenemos, levantar la mirada por encima de las montañas que nos rodean, mirar el futuro que queremos, llenarnos de energía  y alzar  el vuelo a ese destino de grandeza que se merecen esos niños y esos jóvenes que nos van a tocar ahora y que también  nos merecemos todos.

Ya no es tiempo de caudillos. Ni va a venir Leopoldo Baptista a ayudarnos a levantar el vuelo, ni Juan Bautista Araujo "El León de la Cordillera",  ni Rafael Gabaldón, ni  Rafael Montilla "El Tigre de Guaitó", ni Rafael González Pacheco,  ni ninguno otro. Ya no es tiempo de caudillos.

Ahora todos debemos ser un solo  y gran caudillo. La suma de todos los caudillos y de todos los hombres y las mujeres que son honra y prez de Trujillo. Todos debemos ser ahora una sola síntesis de Araujos y Baptistas, de González y Daboines, Briceños y Montillas y de tantos otros apellidos trujillanos.

En cada uno de  nosotros existe un   José Gregorio Hernández y un Rafael Rangel y una Ana Enriqueta Terán y un  Antonio Nicolás Briceño.  Miguel Angel Burelli Rivas, y Robertín Vetancourt, y Octavio Jelambi son cóndores de esta cordillera y todos tenemos un cóndor por dentro. En cada trujillano hay un cóndor que quiere salir a emprender el vuelo.  Pero lo tenemos pastoreando en este gallinero en que se nos ha convertido nuestra tierra.

Tenemos que inspirarnos en lo que fuimos, en lo que fueron nuestros mejores hombres y nuestras mejores mujeres. Buscar los arquetipos de lo mejor de la trujillanidad para tomar la fuerza necesaria  para desperezar las alas, levantar la mirada, buscar el horizonte y emprender el vuelo, como un enorme y poderoso Cóndor de siete mil kilómetros cuadrados de tamaño  y quinientas mil personas de peso.


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ESPERANZA Y FE



No guardo ninguna duda de que a Venezuela le espera pronto un gran porvenir. A lo largo y ancho se vive una realidad emergente que tiene sus afloramientos en medio de esta espantosa crisis, y que representa la base más firme de la esperanza. Es verdad que experimentamos de diversas formas la tragedia venezolana, pero justamente en aquellas mujeres y hombres que traducen las penas en gestos cotidianos de solidaridad, de lucha social y de nuevos e innovadores emprendimientos, descansa la imagen futurista de nuestra comunidad nacional.

Tampoco tengo ni una sombra de duda de que el fin de este gobierno está más cerca aún. Precisamente las torpes maniobras que realiza para mantenerse en el poder, son las que precipitan su desenlace. Las decisiones en el orden político y económico profundizan la escasez y el hambre, la inseguridad y la corrupción, la carestía de la vida y las violaciones a los derechos humanos. La gente ya desesperada añora la salida. Ruega para que esta pesadilla termine.

La distancia entre el país posible y la realidad se amplían diariamente, pero el tiempo se acorta. A medida en que la brecha entre la sensatez y esta locura se amplia, se acorta la salida del régimen. Son las elevadas dimensiones de las torpezas precisamente las que estrechan las posibilidades de que este gobierno se mantenga.

Y a cada locura del gobierno y de sus adulantes, léanse el CNE, el TSJ y demás poderes serviles, el pueblo se organiza y lucha, de moviliza y participa. E inventa nuevas e inusitadas formas de sobrevivir con dignidad. Sin arrodillarse. Sin claudicar. Y se incorpora en las luchas populares por las salidas constitucionales y cívicas. Esa es una realidad palpable. Ya el gobierno está solo con sus locuras, su corrupción y sus fracasos. El pueblo se está uniendo con su esperanza y su fe en una Venezuela mejor.

Veremos las grandes movilizaciones, veremos crecer la resistencia, veremos la rebeldía cívica de un pueblo que  reacciona al engaño y a la mentira, a la corrupción y al hambre. Y veremos también un pueblo que desde ahora va sembrando las semillas de la Venezuela que queremos, de la mejor Venezuela. Que no quepa ninguna duda. Aprendimos la lección que nos lleva a superar los errores del populismo, del centralismo, del rentismo y el militarismo. Y a fundar una nueva Venezuela basada en el trabajo honesto, la libertad, la democracia plena, el pluralismo y la descentralización. La Venezuela decente, culta y honesta. Que no quepa la menor duda. La tragedia está llegando a su fin. Y ya se acerca la verdadera Venezuela, la que todos queremos.

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" La Universidad que queremos"

La Universidad Valle del Momboy nació dentro del proceso que desde 1823 tenía pendiente Trujillo de contar con una universidad propia. Esa impronta histórica hay que tenerla presente para poner en perspectiva nuestra responsabilidad y siento que en su trayectoria de 26 años,  contando la experiencia de la URU Valera, lo ha dejado claro: esta Universidad nació del amor a Trujillo y del compromiso con su desarrollo integral. Y sus éxitos en lo atinente a lo local será lo que la hará universal, porque no es por localismo o regionalismo que hemos desarrollado esta estrategia. Es porque estamos convencidos que si tú no cambias y no contribuyes a cambiar el lugar donde vives, nada cambia. Así de sencillo y así de complejo.

La crónica de la universidad trujillana está escrita y publicada en el portal institucional y a ella remito a los interesados en conocerla. En estas breves palabras solo voy a referirme a lo sustantivo del proceso vivido por la UVM.

En la casa de retiros de  San Javier del Valle un fin de semana largo de agosto de 1986 nos reunimos un grupo de amigos para reflexionar y tomar decisiones vitales. Nos acompañaban los sacerdotes Luis Ugalde, Arturo Sosa, Baltazar Porras y el PadreJuan José Madariaga. Allí decidí fundar en Trujillo una universidad de gestión privada, de carácter comunitario, ante las frustraciones de los otros esfuerzos por contar con una universidad pública.

La Asociación para la Educación Trujillana (APRODET) recogió la idea y en 1987 se realizan los estudios de factibilidad y en 1988 se crea la Fundación Educación Superior Valera  - FEVAL-  institución que  asumió la delicada tarea de promover la creación de la Universidad.

En agosto de 1989 FEVAL realiza en Boconó una jornada para diseñar la universidad y se produjo un documento llamado “LA UNIVERSIDAD QUE QUEREMOS” en el cual se afirma:

“La Fundación Educación Superior Valera (FEVAL) está dispuesta a asumir la responsabilidad de impulsar en Valera una Universidad de calidad, pertinente con los desafíos que impone la realidad, concebida para formar ciudadanos de alto nivel ético, diestros, cultos y comprometidos con la sociedad. Una Universidad estructurada para que el propio sistema universitario incorpore del entorno las necesidades de aprendizaje y retome a la comunidad el producto de su proceso académico, traducido en profesionales, proyectos, servicios y aportes que contribuyan al desarrollo de la región y del país”.

La estrategia fue crear un núcleo de una universidad existente para ganar tiempo y experiencia. La Universidad “Rafael Urdaneta” acogió la propuesta y con apoyo de la Universidad Tecnológica del Centro y de la Universidad Católica Andrés Bello en 1990 se inició la experiencia con cursos de extensión, una Maestría en Educación Superior y otra en Gerencia de Empresas y luego la carrera de Administración de Empresas con 75 alumnos.

El personal docente y administrativo fue conformado casi en su totalidad por jóvenes, pues ante la insistencia de rodearnos de jubilados de experiencia de universidades de larga data, preferimos escuchar los consejos de un joven de 70 años: José Rafael Marrero quien me decía: “Cuidado, no es lo mismo un hombre con 30 años de experiencia que con un año repetido 30 veces”.  La idea de las maestrías tempranas era ir formando la gente joven para la propia universidad.

El 5 de noviembre de 1993 fue la primera graduación. Así lo dijo Miguel Ángel Burelli Rivas esa tarde: “Y aquí está el milagro de la voluntad, mas sobre todo de la fe y de la constancia. Lo iniciaron unos cuantos desde FEVAL y lo completaron otros más que se esforzaron para dar remate a sus estudios. Los primeros deben ser recordados  ad perpetuamrei memoriam por Valera. A los graduandos los aplaudimos y los impulsamos en esta impresionante ceremonia que Valera no conoció jamás y que es piedra miliar de su historia”.

El rector de la URU Dr. Eloy Párraga Villamarín me permitió decir unas palabras, allí afirmé:  “La estrategia es conocida, pues la reiteramos cada semestre y la divulgamos en el folleto “La Universidad que Queremos”: apoyarnos en una universidad sin fines de lucro, de experiencia y prestigio, para ofrecer de inmediato estudios superiores y programas para elevar las capacidades humanas, pero con la flexibilidad curricular para darle el sesgo de compromiso y solidaridad con la promoción del desarrollo socio – económico del estado Trujillo”.

Esa tarde memorable se graduó mi hijo mayor. Y allí se graduó de Magister en Gerencia de Empresas quien ahora toma el relevo, nuestra Rectora María Teresa Bravo.
Cuatro años después, el 17 de octubre se crea la Universidad Valle del Momboy y  el 21 de octubre de 1997 tomé juramento como su Rector. En mis palabras expuse la misión de la nueva universidad:  

“La Universidad Valle del Momboy  tiene como misión la formación integral de personas participativas, competitivas y emprendedoras, que asuman el reto de liderar con ética y calidad, procesos relevantes que propicien el desarrollo humano sustentable”.
Y expliqué el porqué de su nombre: “Se llama Universidad Valle del Momboy, tomando así una de las más caras tradiciones universitarias, que recoge del lugar donde tiene su asiento su patronímico. De esta manera este hermoso valle donde nos encontramos hoy presta su nombre a la Universidad y esta se compromete al incremento de su armónico desarrollo y de  su prestigio”.

Y declaré en nombre del equipo:

“Quisiéramos colocarnos a la altura de la responsabilidad que significa ser la primera universidad propiamente trujillana, nacida desde la sociedad civil organizada. Este solo hecho nos pone frente al reto de contribuir al fortalecimiento de los valores vernáculos que le dan singularidad a la Trujillanidad, y también de servir de ariete para impulsar las transformaciones que nos inserten con eficacia en la globalidad.

Quiero declarar solemnemente en este día de júbilo que pondremos todo nuestro empeño en hacer de la Universidad Valle del Momboy un centro de excelencia y de honestidad. Una institución digna de llevar el nombre  de Universidad. Una institución digna de la dilatada y fecunda historia trujillana. Digna de la herencia que nos entregaron los grandes hombres y mujeres que la inspiran, como Don Mario Briceño Iragorry. Digna de los que se han entregado a su creación y desarrollo. Digna de los que hoy convivimos en ella y digna de los anchos senderos que habrá de abrir para la merecida realización de las generaciones que pasarán por sus espacios académicos, y digna de todos Ustedes”.

Al culminar mi labor rectoral a la vista están los resultados, el mejor de ellos: la conformación de ungran equipo integrado  por magníficas personas, contagiadas del amor por Trujillo y Venezuela, conscientes de la importancia de la Universidad como instrumento de afirmación identitaria y de transformación social y comprometidas con avanzar a niveles superiores de excelencia y de servicio.

Ustedes saben que con mis imperfecciones, mis dudas y mis temores pero acompañado de un amor total por mis lugares y su gente,  una esperanza de que aquí hay una realidad mucho mejor que hay que ayudar a germinar y una fe infinita en Dios, he tratado de cumplir con mis palabras. Por haberme dado esta oportunidad doy gracias a Dios nuestro Señor.

También doy gracias a muchísima gente que con su aliento o con sus críticas me acompañaron. Solo puede mencionar a unas pocas,  con la súplica que todos, familiares, amigos y compañeros de camino se sientan representados en ellos.

Yo no sé qué deuda tan grande tiene Dios conmigo que me pagó con el hermano que tengo: Fortunato. En él están mis hijos y toda mi familia. Eladio Muchacho es el amigo total y en él todos mis amigos. Ellos han sido mis mejores consejeros.

El Sr. Giácomo Clérico y Miguel Ángel Burelli Rivas fueron luces de sabiduría, como lo es el Padre José del Rey Fajardo. En ellos están todos los que acompañaron y acompañan el camino.

Y a toda comunidad universitaria la quiero ver representada en esos dos pilares que son María Teresa Bravo y José Luis Briceño. Conmigo conformamos el trío de más de doscientas personas que son hoy la Gente UVM.

Lo mejor de esta experiencia es lo que viene en manos de María Teresa Bravo, Betzabeth León y Mario Chinchilla. Y de todos los demás. Me pongo a la orden de estas nuevas autoridadespara cumplir las tareas que me asignen como profesor de la Universidad Valle del Momboy.

Finalmente dos citas: La primera del Discurso de Nelson Mandela como Presidente electo de Suráfrica en 1994:

“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite.  Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta.Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, atractivo, talentoso y fabuloso?Más bien, la pregunta a formular es, ¿quién eres tú para no serlo?Eres hijo del universo.El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo.No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para poner de manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros. No solamente algunos de nosotros; está dentro de todos y cada uno.Y cuando permitimos que nuestra luz brille, inconscientemente damos permiso a otra gente para hacer lo mismo.Al liberarnos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a otros”


La segunda es la oración que recé el día de mi juramentación como Rector el día 21 de octubre de 1997: “Gracias Señor  Dios Nuestro por habernos traído hasta esta etapa del camino. Señor Dios Nuestro, te pedimos nos des fortalezas para avanzar con sabiduría en el camino que ahora iniciamos”.


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