ESPERANZA Y FE



No guardo ninguna duda de que a Venezuela le espera pronto un gran porvenir. A lo largo y ancho se vive una realidad emergente que tiene sus afloramientos en medio de esta espantosa crisis, y que representa la base más firme de la esperanza. Es verdad que experimentamos de diversas formas la tragedia venezolana, pero justamente en aquellas mujeres y hombres que traducen las penas en gestos cotidianos de solidaridad, de lucha social y de nuevos e innovadores emprendimientos, descansa la imagen futurista de nuestra comunidad nacional.

Tampoco tengo ni una sombra de duda de que el fin de este gobierno está más cerca aún. Precisamente las torpes maniobras que realiza para mantenerse en el poder, son las que precipitan su desenlace. Las decisiones en el orden político y económico profundizan la escasez y el hambre, la inseguridad y la corrupción, la carestía de la vida y las violaciones a los derechos humanos. La gente ya desesperada añora la salida. Ruega para que esta pesadilla termine.

La distancia entre el país posible y la realidad se amplían diariamente, pero el tiempo se acorta. A medida en que la brecha entre la sensatez y esta locura se amplia, se acorta la salida del régimen. Son las elevadas dimensiones de las torpezas precisamente las que estrechan las posibilidades de que este gobierno se mantenga.

Y a cada locura del gobierno y de sus adulantes, léanse el CNE, el TSJ y demás poderes serviles, el pueblo se organiza y lucha, de moviliza y participa. E inventa nuevas e inusitadas formas de sobrevivir con dignidad. Sin arrodillarse. Sin claudicar. Y se incorpora en las luchas populares por las salidas constitucionales y cívicas. Esa es una realidad palpable. Ya el gobierno está solo con sus locuras, su corrupción y sus fracasos. El pueblo se está uniendo con su esperanza y su fe en una Venezuela mejor.

Veremos las grandes movilizaciones, veremos crecer la resistencia, veremos la rebeldía cívica de un pueblo que  reacciona al engaño y a la mentira, a la corrupción y al hambre. Y veremos también un pueblo que desde ahora va sembrando las semillas de la Venezuela que queremos, de la mejor Venezuela. Que no quepa ninguna duda. Aprendimos la lección que nos lleva a superar los errores del populismo, del centralismo, del rentismo y el militarismo. Y a fundar una nueva Venezuela basada en el trabajo honesto, la libertad, la democracia plena, el pluralismo y la descentralización. La Venezuela decente, culta y honesta. Que no quepa la menor duda. La tragedia está llegando a su fin. Y ya se acerca la verdadera Venezuela, la que todos queremos.