Si queremos construir un
Trujillo sustantivamente mejor debemos analizar más profundamente el relato
histórico predominante que nos ha traído hasta estas realidades, buscar en él
los procesos que nos pueden potenciar como sociedad y también los que nos limitan,
y construir un nueva versión basada en lo mejor del pasado y del presente y
lanzarnos al relato futurista.
Ya decíamos la importancia
del lenguaje en los desafíos de construir el Trujillo Posible, pues es
precisamente el lenguaje el portador de esas relaciones o versiones históricas
que nos frenan o nos impulsan. Si reproducimos el lenguaje somos entonces
sujetos delahistoria, entonces si cambiamos el lenguaje somos protagonistas de
un nuevo relato. He aquí un desafío.
Precisemos: un relato
histórico es un conocimiento que se transmite sobre los hechos y procesos que
van conformando la identidad de una sociedad, claro está, conjuntamente con el
territorio, la cultura, las costumbres y
otros elementos, incluyendo el propio lenguaje. Son por cierto muchas narraciones
y crónicas, diversas miradas a los mismos hechos y procesos. Por eso se habla
de relato histórico predominante.
En la construcción de la
historia trujillana se han contado con eminentes historiadores y cronistas,
desde el Obispo Mariano Martí, Fray Pedro Simón y Fray Pedro de Aguado en
tiempos coloniales, pasando por Fabricio
Vásquez, Américo Briceño Valero, Tobías Valera Martínez, Rafael María Altuve,
AlfredoBaptista Quevedo, Ángel Carnevali Monrealy muchos otros en el siglo XIX
y esos gigantes como Mario Briceño Perozo, Rafael Ramón Castellano y Arturo
Cardozo en el siglo XX, hasta los modernos científicos actuales como Lourdes
Dubuc de Isea, Diana Rengifo y Alí Medina Machado, para citar algunos. Pero en
el alma colectiva quedan ciertos hechos que por circunstancias diversas se
convierten en los hechos, casi sin
procesos que los maduren, quedando en la penumbra asuntos que interesaría resaltar
si vamos a buscar en el pasado las fortalezas para construir las utopías
posibles.
Del pasado queda
fundamentalmente la epopeya independentista de héroes, hombres de a caballo,
generales y coroneles. Y luego el caudillismo de finales del siglo XVIII con
sus desviaciones un tanto románticas de más generales y coroneles de a
caballo.Poco sabe el gran público de otra cosa más que de la Guerra a Muerte y
del León de la Cordillera. De los sabios clérigos que fundaron los primeros
conventos apenas nació Trujillo…nada. De los señores ilustres que fundaron las
primeras instituciones locales…nada. De la insigne generación que creó la
provincia de Trujillo… muy poco. De las mujeres y hombres que crearon las
primeras casas de estudio…nada. De los productores de trigo, arvejas,
garbanzos, tabaco, cacao y luego el café que dio fama a nuestra tierra…poco. De
la gente que dotó de energía eléctrica y teléfonos a los pueblos…nada. De los
que organizaron las casas de cultura, compusieron música y escribieron
literatura…poco.
Y así se nos vació la
historia de héroes civiles y de procesos civilizatorios. Aunque mucho de ello
está documentado, gracias precisamente a esos héroes civiles que son los cronistas, historiadores y ensayistas.Pero en
la conciencia colectiva predomina la historia de las charreteras, machetes y
fusiles. Es hora de poner de relieve y popularizar los otros procesos y los
otros actores tradicionalmente marginados del discurso predominante, como
garantía de que existió un pasado que puede dar sustento de calidad al futuro
posible.
Y es hora de reivindicar al
pueblo llano, a los trujillanos de a pie que aún hoy en medio de esta crisis,
son capaces de encontrar semillas, sembrarlas y cultivarlas con grandes
sacrificios para darle de comer a muchos
venezolanos. Y los que hacen maravillas
para sostener a duras penas la salud de la gente, escuelas de calidad,
industrias y comercios innovadores… en fin, los procesos y los actores que
sustentan el relato alternativo y el Trujillo Posible.
El futuro que debemos
construir debe mirar al pasado para elegir lo mejor que nos pueda entregar con
el fin de salvar el atraso y lanzarnos a
la prosperidad sustentable y equitativa, orgullosos de lo que somos y entusiasmados
con lo que podamos llegar a ser.