Desarrollo local
y
Lugarización
Francisco González Cruz
Fondo
Editorial Universidad Valle del Momboy
Depósito
Legal: TR2019000002
Amos Oz: "Lo universal es el pueblo, la calle,
el piso"[1]
Francisco González Cruz es venezolano,
Geógrafo de profesión y experto en desarrollo regional y local. Profesor de pre
y postgrado desde 1971 en temas del desarrollo. Fue Vice Ministro de
Descentralización en 1993-94. Director de Corpoandes. Autor en
temas de Lugarización y
desarrollo local. Rector fundador de la Universidad Valle del
Momboy.
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………
4
LUGAR
Y LUGARIZACIÓN……………………………………………………. 6
NUEVAS
VISIONES DE LA REALIDAD............................................................
14
EL
DESARROLLO LOCAL…………...................................................................
17
BASES
TEÓRICAS DEL DESARROLLO LOCAL……………………………. 41
LA
ECONOMÍA HUMANA………………...........................................................
46
EL
CAPÍTAL SOCIAL…………………………………………………………… 51
LA
GESTIÓN LOCAL…………………………………………………………… 60
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………….
70
INTRODUCCIÓN
El desarrollo local es un proceso
de mejora permanente de la calidad de la vida de la gente de un lugar, en
armonía con su entorno natural, su identidad y su vocación de futuro. Es un
cierto grado de armonía social, económica, cultural y ambiental que produce
bienestar en la población, y da confianza en el presente y en el porvenir.
Un estado cultural de cierta satisfacción y seguridad de que las cosas están y
van bien. Diría un cierto equilibrio ecológico integral entre todos los
componentes del sistema local de territorio y población.
No
se trata de estabilidad sino de una dinámica armoniosa, dentro de lo que cabe
en sistemas complejos y disipativos[2],
como son los sistemas naturales y humanos, con múltiples interrelaciones
internas y externas. Es importante señalar igualmente que se trata de un asunto
de calidad de vida, que no se mide en ingreso por persona, consumo de bienes y
servicios, gasto de energía, sino por indicadores como grado de libertad
humana, satisfacción de las necesidades básicas, posibilidades de satisfacción
de expectativas, equidad en la situación de las personas, esperanza de vida,
indicadores de bienestar, indicadores diversos sobre calidad ambiental,
biodiversidad y emisiones de dióxido de carbono.
Se
trata entonces de calidad y no cantidad. Desarrollo
humano sostenible local es sentirse bien en un lugar y de encontrar allí la
posibilidad de realización como persona humana, tanto él, su familia, su
descendencia y sus vecinos. Eso es. Una comunidad es desarrollada cuanto su
gente vive en armonía entre ellos, con los demás y con su entorno. Cuando vive
en paz. El desarrollo local sostenible tiene que ver con las palabras armonía,
bienestar, satisfacción, seguridad. En cambio, no es sinónimo, necesariamente,
de crecimiento, consumo, gasto, progreso y otras palabras que denotan
incremento físico. El ser humano para desarrollarse plenamente detiene su
crecimiento corporal y comienza un proceso de mejora cualitativa, de
maduración, de realización como persona. Así son las sociedades, una vez alcanzados
niveles adecuados de satisfacción de necesidades humanas deben gozar de cierta
estabilidad para fortalecer sus logros, tradiciones, cultura, manera de ser,
para consolidar su identidad.
LUGAR Y LUGARIZACIÓN
Ahora
bien: ¿Qué se entiende aquí por lugar?[3] El lugar es el espacio territorial íntimo y
cercano donde se desenvuelven la mayor parte de las actividades del ser humano.
Generalmente es el sitio donde las fases del nacer y crecer se plasman con
mayor libertad dentro del lienzo llamado vida; es donde la educación y la
configuración de la morfología personal se cristalizan con mejor nitidez. En el
lugar se encuentran los familiares, las amistades cultivadas con un especial
vínculo afectivo. En fin, es una comunidad definida en términos territoriales y
de relaciones humanas, con la cual la persona siente vínculos de pertenencia.
La primera característica: el lugar circunscribe todos los ámbitos vitales del
ser humano.
El
lugar íntimo y propio es el sitio donde vives y satisfaces tus necesidades
existenciales y espirituales. Ese lugar es donde eres, estás, haces y tienes.
Es donde subsistes, amas, proteges, participas, recreas, educas, te identificas
y ejerces tu libertad. Entonces no existe un espacio más importante que tu
lugar. Por eso es necesario conocerlo, quererlo y cuidarlo.
En
las ciencias geográficas, la palabra lugar encierra una concepción muy
especial. No sólo es un sitio, barrio, pueblo, comarca, edificio de condominios.
Es, además, su paisaje y su cultura que le da singularidad. Es una síntesis de
sus componentes físicos y humanos. Es el resultado de su historia en ese marco
específico. El lugar es una síntesis geo
histórica.
Lugarización son todos los procesos
que revalorizan a lo local, en el contexto de la globalización.
Es la inclinación global hacia la valorización de lo local. Es el cambio en la
naturaleza de los lugares, como consecuencia de los procesos de conexiones
complejas y de transformaciones identitarias, propias de la globalización. (González
Cruz, 2013)
No
es caer en la ingenuidad insistir en el lugar. Lo global gobierna los asuntos
en el planeta en temas tan importantes como el comercio, el sistema monetario y
financiero, los derechos humanos, y son las entidades multilaterales las que
deciden las políticas y las grandes empresas las que manejan los mercados y la
información. Las tendencias homogeneizadoras mundiales no son cuentos, pero,
así como el propio Jesús de Nazaret nació en una aldea que estaba en el imperio
romano, cualquiera con un buen equipo puede contribuir a cambiar el mundo. Ya
lo decía Pierre Teilhard de Chardin: “No hay fuerza en el universo que sea capaz
de resistir la acción coherente y coordinada de un grupo de personas cuyas
mentes funcionan convergentemente hacia un objetivo determinado”.[4]
La
velocidad y la profundidad de los cambios que vive la humanidad ponen en
peligro las seguridades y serenidades que son fruto de la identidad, del
arraigo y de ciertas certezas elementales. Si se suman a esta “modernidad
líquida” como la llamaba Zygmunt Bauman[5]
los problemas relacionados con sociedades que descuidan o tergiversan su
memoria, que desconocen su geografía, que ignoran su pasado y no tienen
previsiones para el futuro, el asunto cobra una gravedad mayor. Al punto tal que - siguiendo con
Bauman - “la
búsqueda de la identidad es la tarea y la responsabilidad vital del sujeto, y
esta empresa de construirse a sí mismo constituye al mismo tiempo la última
fuente de arraigo”. (Bauman, 2016)
Son
muchos y diversos los elementos y factores implicados en esta “crisis
identitaria” que nos agobia, aquí toca resaltar fundamentalmente dos
dimensiones fundamentales: las relacionadas con el olvido, la fragmentación de
la memoria o su manipulación. También con el desarraigo espacial, con la
pérdida de referencias territoriales o – mejor dicho – geográficas.
El
olvido, sobre todos de los procesos que han modelado el perfil de nuestra
comunidad (local, nacional, mundial) hace que las raíces que puedan explicar la
realidad para poder comprenderla y afirmarla o cambiarla, no se encuentren.
Peor aún es que – conociéndolas – se manipulen, mediaticen o se conviertan en
mentiras que conducen a sociedades desmemoriadas, condenadas como en el “Mito
de Sísifo” [6]
a repetir una y otra y otra vez los mismos errores.
Hay
sociedades que pagan caro este déficit de memoria colectiva, esta pérdida de
tradiciones y de los relatos fundamentales que perfilan su carácter, al perder
la continuidad de lo que son, de su identidad, entonces esa discontinuidad
provoca las rupturas generacionales, la pérdida del diálogo entre los líderes,
los viejos y los jóvenes, y las dificultades para entenderse y acordar caminos
comunes y compartidos.
Con
el tema espacial pasa algo parecido. El desconocimiento del lugar genera
desarraigo y hace que se pierda esa sensación de seguridad y confianza que es
la principal función del “nicho” donde se vive y se convive. No se conocen sus
montañas, ni sus ríos, ni siquiera el nombre de sus árboles que sombrean ni de
las aves que cantan. Pero tampoco la capacidad del lugar de sostener a su
propia gente, y a otros que viven mucho más allá. No hay ni idea de donde
vienen los alimentos, cómo se producen, las manos que siembran y cosechan,
transforman y comercializan. Se vive en un lugar desconocido, que no significa
nada hasta que se pierde, y nace entonces el desarraigo y la nostalgia. Y la
gente queda en el desamparo, buscando en falsas ilusiones una cierta
certidumbre.
Nos
lo recuerdo el Cardenal Bergoglio - hoy Papa Francisco - “Se pierde la dimensión identitaria del hombre con su entorno, su
terruño, su comunidad. La ciudad va poblándose de “no-lugares”, espacios vacíos
sometidos exclusivamente a lógicas instrumentales, privados de símbolos y
referencias que aporten a la construcción de identidades comunitarias”.[7] Y
el filósofo José Antonio Marina dice que
“La globalización está provocando un
obsesivo afán de identidad, que va a provocar muchos enfrentamientos. Nuestras
cabezas se mundializan, pero nuestros corazones se localizan”[8]
“La cultura del lugar está en el
horizonte de los paradigmas del futuro” decía el economista
marroquí Hassan Zaoual.[9]
Y una persona insospechable de no ser globalizador, el fundador de Facebook
Mark Zuckerberg[10]
dijo en su discurso de graduación en Harvard: “Nuestras comunidades dan sentido a todo. Tanto si nuestras comunidades
son casas o equipos deportivos como iglesias o grupos de música, nos hacen
sentir que formamos parte de algo grande, que no estamos solos. Nos dan la
fuerza necesaria para ampliar nuestros horizontes” y agregó: El cambio empieza a nivel local. Incluso
los cambios globales empiezan a pequeña escala y con personas como nosotros. En
nuestra generación, el debate de si nos conectamos más, de si conseguimos las
mejores oportunidades depende de vuestra capacidad de crear comunidades y
construir un mundo en el que todas las personas tengan motivaciones.
Margareth
Wheatley experta en desarrollo organizacional afirma: “Tengo la claridad de que el mundo cambia a través de las comunidades
locales que adoptan medidas. Que no hay poder para el cambio más grande que
cuando una comunidad toma su futuro en sus propias manos”[11].
Elinor
Ostrom hablando de sustentabilidad: "Décadas de investigación demuestran
que una gran variedad políticas superpuestas a nivel local, nacional e internacional
tienen más oportunidades de funcionar que un solo acuerdo que cubra a
todos". [12]
Cada
día me convenzo más que este mundo materialista, hedonista, injusto tiene la
respuesta en lo local. Sé de las súper condicionantes externas, de la
globalización de la codicia, del poder financiero. Pero la fuerza de millones
de comunidades que tomen la decisión de ser respetadas, de optar por vivir bien
- no por consumir más y más - de vivir en armonía entre sí y con la naturaleza,
tiene que provocar, desde abajo, el cambio sistémico. Y hay que tener en cuenta
que un sistema cambia no necesariamente por que sus grandes elementos cambien,
ni sus conexiones fundamentales. A veces, muchas veces, un cambio sutil provoca
una gran transformación.
El lugar es una síntesis superior
de los procesos geo-históricos que se dan en un territorio, resultado de la
interacción de los seres humanos entre sí, entre ellos, la naturaleza y en un
transcurso de tiempo dilatado, que le determinan un carácter particular y
específico, es decir, una identidad.
En
cualquier parte del mundo, sea barrio, suburbio o aldea, se puede desarrollar
un proceso de lugarización exitoso, pero indudablemente tendrán ventaja los que
tengan algunas de las siguientes condiciones:
a)
Conciencia del lugar presente, sus potencialidades, sus debilidades, las
oportunidades que puede aprovechar, el rol que puede jugar.
b)
Conciencia de las raíces de su identidad, su historia, su marco geográfico, su
cultura.
c)
Definiciones sobre el lugar futuro, es decir sobre el proyecto colectivo que
desean construir.
El
desarrollo local lugarizado es el proceso mediante el cual la población
asentada en un territorio al que se siente pertenecer, mejora su calidad de
vida afirmando los atributos que le dan singularidad y lo hacen único e
irrepetible, y a la vez se inserta eficientemente en lo global. Y es sostenible
si ese proceso se realiza en armonía con su entorno natural y su cultura.
El
resultado en sentirse bien en casa, vivir la sensación de seguridad que se
logra al saber que se cuenta con un lugar que conoce y donde es conocido. Y
paralelamente sentir que además de formar parte de un entorno inmediato
conocido, de una comunidad, también es un ciudadano del mundo, con el que está
conectado, del cual obtiene nuevas formas de realización personal, familiar y
comunitaria, y al cual aporta su cuota de experiencia y conocimiento.
El principio de subsidiariedad.[13]
Es un principio que proviene de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, que
recomienda que todo asunto debe resolverse por la entidad más cercana a los
interesados, sean personas, organizaciones o territorios. Reconoce en
consecuencia la autonomía y la libertad desde la base de la sociedad. La
lugarización tiene en este principio la base filosófica fundamental para la
acción. En un sistema de gobierno que promueva un auténtico desarrollo local,
el poder central no debe ocuparse de los asuntos que puedan ser atendidos en
los estados y los Municipios, o por la comunidad cívica. El principio de
subsidiaridad establece que todo aquello que pueda ser hecho por un ente
inferior, no lo debe hacer uno superior y, en caso de dificultades, el ente
superior puede cooperar, pero siempre procurando que el ente inferior
desarrolle sus competencias naturales. Este principio involucra también que el
Estado tiene unos límites y si la sociedad o el individuo pueden ocuparse de un
asunto, no tiene por qué hacerlo el sector público.
La
lugarización, como tendencia complementaria a la globalización, es el
desarrollo de las localidades, con los claros rasgos de su identidad, pero con
una fuerte vinculación con lo planetario. Es un lugar singular vinculado con el
mundo, plenamente inserto en él. Este fenómeno del desarrollo cualitativo de lo
local está íntimamente vinculado con la extensión y revalorización de la
libertad, el pluralismo y la diversidad. Por ello, una tendencia importante
hacia el futuro es que podamos contar con un planeta mucho más diverso, con
infinidad de culturas locales conocidas, respetables y respetadas unas a otras,
libres pero conectadas mediante la infinidad de redes institucionales,
económicas, culturales, políticas y de todo orden.
La
lugarización es proceso autopoietico, de re-creación, que vive un lugar para
mantener su identidad e incorporarse eficazmente en lo global. Es decir, un
auto re-crearse permanentemente manteniendo sus coherencias básicas y
adaptándose sin rupturas sustantivas a la sociedad del conocimiento. Lo que
busca este mecanismo es en el fondo el desarrollo endógeno humano local con
base al fortalecimiento de su identidad, mejorando su nivel de competitividad
territorial, insertándose con sabiduría en la globalización. El lugar es la
apropiación subjetiva, social y cultural del espacio/tiempo.
La
“lugarización” en virtud de los acuerdos globales sobre el desarrollo y otros
documentos fundamentales, como la Carta Encíclica “Alabado seas”, puede ser
entendida como los procesos que conducen a que un lugar se incorpore al
desarrollo sostenible o integral desde su propia realidad e identidad, contribuyendo
así a un mundo global más justo, equitativo, diverso y heterogéneo.
NUEVAS VISIONES DE LA REALIDAD
En
otro orden de ideas, pero articuladas a estos planteamientos sobre nuevos
paradigmas al servicio del desarrollo local y en particular a la lugarización,
están las relacionadas con las nuevas visiones de la realidad que emergen de la
teoría cuántica, la teoría de sistemas, el pensamiento complejo, la ecología
integral y otros temas. En lo sustantivo los procesos de desarrollo tienen más
que ver con asuntos intangibles que con temas concretos y tangibles, más con
cultura que con infraestructura. El desarrollo humano integral y sostenible
tiene más que ver con el campo de las emociones, los relatos, del lenguaje, las
visiones que se tengan de la realidad que de los asuntos tecnológicos o
procedimentales de un plan o programa contingente por muy bien concebido que
sea.
Para
comprender estas afirmaciones es menester acercarse a la “nueva” ciencia que
tiende a reconocer ciertos principios generales de los ecosistemas como
extensibles a las comunidades sociales. También a las nuevas concepciones de
“lo humano”.
La
visión sistémica conecta con el principio de interdependencia que establece que
yodos los miembros de una comunidad ecológica se hallan interconectados en una
vasta e intricada red de relaciones y se considera que el éxito de toda la
comunidad depende no solo de la calidad de sus individuos, sino que el éxito de
éstos depende de la calidad de la comunidad como un todo, más aún, de la
calidad de las relaciones que se establecen entre ello, en particular de las
conexiones de cooperación.
Así
mismo establece que las relaciones de una comunidad ecológica son no–lineales,
es decir no son de causa–efecto e incluyen múltiples bucles de retroalimentación.
Cualquier perturbación no tendrá un solo efecto, sino que serán múltiples y en
constante expansión. Un estímulo pequeño o imperceptible puede determinar una
cadena de reacciones que lleve a cambios importantes. (Martínez Miguélez, 2006)
Por
otra parte, los procesos ecológicos son cíclicos y en las cadenas del ciclo
cada etapa retroalimenta la otra, abarcan múltiples encadenamientos y un flujo
recurrente de recursos. Además, en un sistema ecológico cuenta la
asociatividad, pues los intercambios de energía dependen de una permanente
cooperación, lo que exige en las sociedades humanas un clima de libertad y
democracia. Y en los sistemas cuentan la diversidad y la heterogeneidad pues
los ecosistemas alcanzan estabilidad y resistencia gracias a la riqueza y la
complejidad de sus redes ecológicas.
En
las comunidades humanas esto está determinado por su densidad de capital
social, es decir de la cantidad y la calidad de sus organizaciones cívicas, de
las interconexiones entre ellas, de la calidad de sus instituciones, del nivel
de confianza entre sus ciudadanos y organizaciones, de la calidad del estado de
derecho, de la cultura ciudadana existente, entre otros.
Los
ecosistemas están en fluctuación perpetua, en cambio constante. No existen los
sistemas humanos estáticos o permanentes. Por muy elevada que sea la
resistencia al cambio o alto el aislamiento de una comunidad humana, siempre
estará en constante mutación, sin embargo, dada la alta velocidad y la
turbulencia de los actuales avances tecnológicos y de la elevada interconexión
mundial, fundamentalmente debido a la revolución de las tecnologías de la
información y las comunicaciones el equilibrio de las comunidades humanas es
muy dinámico, acelerado e incluso lleno de incertidumbre.
Los
sistemas humanos fundamentales son la familia y las comunidades más inmediatas
como el lugar, la escuela, el trabajo y las organizaciones a las que
pertenecemos de forma personal. Allí los valores de la convivencia son los
fundamentales y se expresan principalmente en el respeto, la confianza, en la
coexistencia y los sistemas conversacionales.
El
destino de una persona o un grupo social está comprometido con la calidad de
esos ecosistemas, de sus relaciones.
EL DESARROLLO LOCAL
Además
de las nuevas realidades impuestas por la sociedad del conocimiento y la
revolución tecnológica, existen otras que provienen de diversas fuentes, entre
ellas el principal es la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible;
también el Acuerdo de París sobre el clima, el cambio paradigmático que para la
Iglesia Católica representa la Carta Encíclica “Lautado si’” o Alabado Seas que impacta de manera sustantiva a
gran parte de la humanidad, no solo a los de credo cristiano.
Es
importante señalar el importante rol que juegan los diferentes informes sobre
el desarrollo humano, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo y otros indicadores de los órganos
especializados de la ONU, el Índice de Progreso Social (IPS) de sectores
académicos, los novedosos indicadores multisectoriales de la Universidad de Oxford[14], indicadores
de bienestar multidimensional, diversos indicadores sectoriales de
Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) en temas como salud, educación,
emprendimiento e innovación, libertad, hambre, pobreza, corrupción, inseguridad
y muchos otros temas. Hay países que tienen sus propios indicadores adaptados a
la cultura nacional, como por ejemplo Botsuana[15], que tiene un sistema de evaluación que
incorpora la valoración de su patrimonio natural.
A
esta realidad compleja y cambiante se unen las numerosas iniciativas que surgen
por doquiera para contribuir al desarrollo, tanto por parte de personas y
organizaciones poderosas que aportan recursos, como iniciativas puntuales,
locales y a veces individuales o familiares que se suman a cooperar, en una
demostración que el grado de conciencia sobre los problemas de la humanidad y
del planeta crecen exponencialmente.
La
Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible[16] representa
el más importante compromiso que se haya adoptado en el mundo para promover un
mayor bienestar de las personas en armonía con la naturaleza. El 25 de
septiembre de 2015 los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron la
Agenda 2030 que incluye 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169
metas. La comunidad internacional quedó así comprometida a lograr el desarrollo
integral en sus tres dimensiones; social, económica y ambiental a lo largo de
los próximos 15 años (2016-2030). Estos compromisos tienen un sistema de
seguimiento que consta de diversos instrumentos, tanto de indicadores globales
y por países, informes en cada una de las dimensiones, objetivos y metas, así
como los informes de cada país levantados por los gobiernos y por la sociedad
civil.[17]
Los
Objetivos son compromisos ambiciosos, desafiantes y audaces, como corresponde a
las apremiantes necesidades del desarrollo, están formulados de manera sencilla
y directa y expresan la intensión de la acción, no la mera retórica. Así mismo
las metas exigen resultados medibles, evaluables con base a indicadores la
mayoría de las veces cuantificables, lo que a su vez demandan la mejora de los
sistemas de medición y seguimiento, tanto gubernamentales como de la sociedad
civil, gremios, academias y otras iniciativas. Los ODS son globales, pero de
cumplimiento nacionales y locales de tal manera que cualquier lugar puede tomar
la iniciativa de cumplirlos. (Ver una
síntesis de los ODS al final)[i]
El
sistema de las Naciones Unidas ha creado o promovido una serie de
organizaciones para cooperar con el cumplimiento de los ODS en las comunidades locales
como “Ciudades y Gobiernos Locales Unidos” (https://www.uclg.org/es) y
Organización de Regiones Unidas (http://www.regionsunies-fogar.org/). A estas
en han sumado otras iniciativas multilaterales, entre las propias localidades y
regiones, por continentes y países, universidades y otras entidades.
La Carta Encíclica “Laudato si”
del papa Francisco es otro de los grandes documentos referenciales para los
nuevos paradigmas del desarrollo integral, para el desarrollo humano local y la
economía humana. Aborda la crisis ecológica desde lo más avanzado de la
investigación científica, lo más profundo de las bases teológicas y filosóficas
para una sólida base ética y espiritual, propone un cambio radical de la visión
tradicional de la ecología para ir hacia la complejidad de una ecología
integral, para plantear diversos caminos de acción desde lo planetario hasta lo
local, asunto este que se abordará de manera sucinta.
“137. Dado que todo está
íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que
tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos
detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que
incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales”
(Francisco, 2015). Así mismo plantea una “ecología cultural”
“143. Junto con el patrimonio
natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente
amenazado. Es parte de la identidad común de un lugar y una base para construir
una ciudad habitable. No se trata de destruir y de crear nuevas ciudades
supuestamente más ecológicas, donde no siempre se vuelve deseable vivir. Hace
falta incorporar la historia, la cultura y la arquitectura de un lugar,
manteniendo su identidad original. Por eso, la ecología también supone el
cuidado de las riquezas culturales de la humanidad en su sentido más amplio. De
manera más directa, reclama prestar atención a las culturas locales a la hora
de analizar cuestiones relacionadas con el medio ambiente, poniendo en diálogo
el lenguaje científico-técnico con el lenguaje popular. Es la cultura no sólo
en el sentido de los monumentos del pasado, sino especialmente en su sentido
vivo, dinámico y participativo, que no puede excluirse a la hora de repensar la
relación del ser humano con el ambiente”.
Y
una “Ecología de la vida cotidiana”:
“147. Para que pueda hablarse de un
auténtico desarrollo, habrá que asegurar que se produzca una mejora integral en
la calidad de vida humana, y esto implica analizar el espacio donde transcurre
la existencia de las personas. Los escenarios que nos rodean influyen en
nuestro modo de ver la vida, de sentir y de actuar. A la vez, en nuestra
habitación, en nuestra casa, en nuestro lugar de trabajo y en nuestro barrio,
usamos el ambiente para expresar nuestra identidad. Nos esforzamos para
adaptarnos al medio y, cuando un ambiente es desordenado, caótico o cargado de
contaminación visual y acústica, el exceso de estímulos nos desafía a intentar
configurar una identidad integrada y feliz”.
Más
adelante propone:
“151. Hace falta cuidar los lugares
comunes, los marcos visuales y los hitos urbanos que acrecientan nuestro
sentido de pertenencia, nuestra sensación de arraigo, nuestro sentimiento de «estar
en casa» dentro de la ciudad que nos contiene y nos une. Es importante que las
diferentes partes de una ciudad estén bien integradas y que los habitantes
puedan tener una visión de conjunto, en lugar de encerrarse en un barrio
privándose de vivir la ciudad entera como un espacio propio compartido con los
demás. Toda intervención en el paisaje urbano o rural debería considerar cómo
los distintos elementos del lugar conforman un todo que es percibido por los
habitantes como un cuadro coherente con su riqueza de significados. Así los
otros dejan de ser extraños, y se los puede sentir como parte de un «nosotros»
que construimos juntos. Por esta misma razón, tanto en el ambiente urbano como
en el rural, conviene preservar algunos lugares donde se eviten intervenciones
humanas que los modifiquen constantemente”.
De
seguidas la Encíclica plantea todo un capítulo sobre la necesidad de un nuevo
diálogo entre las políticas nacionales y locales, cuando anota que no solo
existen graves disparidades entre las naciones en cuanto a sus niveles de
bienestar o desarrollo humano, sino al interior de los países entre unas
regiones ricas y otras pobres. Así mismo destaca el poder de las localidades
para tomar iniciativas mucho más ágiles y fecundas que las pesadas burocracias
mundiales y nacionales. “Mientras el orden mundial existente se
muestra impotente para asumir responsabilidades, la instancia local puede hacer
una diferencia. Pues allí se puede generar una mayor responsabilidad, un fuerte
sentido comunitario, una especial capacidad de cuidado y una creatividad más
generosa, un entrañable amor a la propia tierra, así como se piensa en lo que
se deja a los hijos y a los nietos”. (179)
BASES TEÓRICAS DEL DESARROLLO LOCAL
Las
nuevas realidades ya descritas que ponen en actualidad el tema del bienestar en
los lugares, vienen a reforzar las preocupaciones y posturas sobre estos temas,
pues el desarrollo local, territorial o regional viene desde los tiempos de la
Revolución Industrial que es un proceso intensamente concentrador y que
introduce grandes y profundas diferencias territoriales en cuanto a su calidad
de vida, entre los lugares donde se concentra las empresas, el empleo, las
decisiones y el poder, frente a los que quedan al margen.
Entre
los pioneros de los estudios y propuestas sobre estos fenómenos territoriales
está Louis-Joseph Lebret[18] y
su pasión por el bienestar integral de la persona humana que lo lleva, con
otras contribuciones, a la aparición de la teoría del desarrollo regional y al
establecimiento de las políticas públicas relacionadas, todas basadas en el
Principio de Subsidiariedad. En Francia se desenvuelve un movimiento muy
dinámico donde el padre Lebret es un protagonista central, junto a Francoise
Perroux, Raymond Barre y otros. En la Universidad de Pensilvania de los Estados
Unidos nace un departamento sobre estudios regionales dirigida por Walter Isard
y en todo el mundo se multiplican los nombres de los científicos que se ocupan
de estos temas como John Kenneth Galbraith, W. Rostov, Gunnar Myrdal, E.F.
Schumacher, John Friedmann, Alfred Marshall, John R. Hicks, Paul A. Samuelson,
Jan Tinbergen, Peter Drucker y muchos más. Se desarrolla la teoría de los
lugares centrales y los modelos matemáticos de W.J. Reilly, J. H Von Thünen, A.
Lösch y W. Christaler.
Recientemente
le han otorgado dos de los más reputados reconocimientos científicos a la
llamada “Nueva Geografía” en la persona de su líder Paul Krugman (Krugman &
Masahisa, 2000). En el acta del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias
Sociales 2004 reza: “El profesor Krugman ha elaborado interpretaciones
innovadoras sobre las principales cuestiones económicas de nuestro tiempo, de
gran influencia en la opinión pública. Su obra se caracteriza por la proyección
de los resultados de la investigación a las condiciones reales de vida y
bienestar, destacando especialmente su preocupación por el tratamiento de las
desigualdades económicas regionales”. En el año 2008 le fue otorgado el premio
Nobel de Economía. Junto a su equipo Masahisa Fujita y Anthony Venables han
desarrollado sus estudios de la “Economía Espacial” (Krugman & Masahisa,
2000). La Nueva Geografía rescata y pone en valor conceptos como los de
“causación circular acumulativa” de Myrdal (Premio Nobel de Economía en 1974),
las propuestas de “desarrollo endógeno” y el rol del “capital humano”, el
conocimiento y la tecnología en el desencadenamiento de círculos virtuosos para
el desarrollo territorial armónico.
En
América Latina la teoría del desarrollo y del desarrollo regional va un tanto
aparejadas y su principal impulsor fue la CEPAL con Raúl Prebisch a la cabeza,
pero también de Celso Furtado, Oswaldo Sunkel, Pedro Paz, Fernando Enrique
Cardozo, Enzo Faletto, Sergio Boisier, Aníbal Pinto y el geógrafo brasileño
Milton Santos, entre otros. Importantes aportes realizó el CEPAUR en Chile y
principalmente Manfred Max-Neeff, Antonio Elizalde y Martín Hopenhayn con el
libro “El Desarrollo a Escala Humana”, el Colegio de México, así como los
documentos del Centro Latinoamericano de Integración y Cooperación (CELADIC)[19].
Es de destacar los aportes de la Conferencia Episcopal Latinoamericana, en
particular los documentos de Puebla, Medellín y Aparecida.
Hay
diversos esfuerzos globales muy importantes para impulsar la economía local,
entre los Foros Mundiales de Desarrollo Económico Local (DEL) que buscan una
alianza global compartir “un conjunto consolidado de prácticas y herramientas
diversas y ampliamente aplicadas, dirigidas a ampliar la igualdad de
oportunidades para el trabajo decente a través de una mejor gobernanza
económica, basada en procesos de partenariado planificados estratégicamente e
impulsados a nivel local”[20]. “El
desarrollo económico local parece ser la respuesta más adecuada a los retos que
plantea una economía globalizada y a menudo crueles en sus resultados”, aseveró
el pontífice en un mensaje enviado al Tercer Foro Mundial sobre Desarrollo
Económico Local realizado en Turín en octubre del 2015.
Luego
de la aprobación de los Objetivos del Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030
por parte de la Asamblea General de la Naciones Unidas, estos foros adquieren
una mayor importancia y se orientan al cumplimiento de la Agenda mediante la
localización territorial de dichos compromisos, tal como lo establece el IV
Foro del 2017: “La Agenda 2030 para el desarrollo sostenible proporciona un
marco de referencia para una visión transformadora centrada en las personas y
para una acción que consiga el desarrollo sostenible a través del
establecimiento de sociedades inclusivas, cohesionadas, pacíficas y
resilientes. En este contexto, una mayor reflexión y compromiso con el
Desarrollo Económico Local es de gran relevancia, particularmente, con relación
a:
(i)
El desafío de establecer marcos sólidos y bien probados para habilitar una
implementación universal al tiempo que local de los ODS, 'aterrizando' alianzas
globales a través del diálogo y las sinergias con y entre los actores
territoriales, y en el respeto de los derechos sociales, culturales, económicos
y ambientales.
(ii)
El imperativo de repensar nuestro paradigma de desarrollo actual, frente a una
tendencia de crecimiento desigual, marcado por las crecientes desigualdades
entre las personas y los territorios, la exclusión social y el descontento
debido a la oferta inadecuada de empleos decentes y seguros y una frecuente
presión indiscriminada sobre los recursos naturales.
(iii)
La necesidad urgente de modelos integrados de resiliencia para hacer frente a
la creciente incertidumbre, la fragilidad generalizada y las amenazas a la
seguridad y la estabilidad al nivel mundial y local, junto con las complejas
consecuencias de la creciente urbanización, los éxodos rurales y los flujos
migratorios.
(iv)
La creciente interconexión de economías locales, nacionales y regionales que
requiere patrones de integración económica y cooperación entre territorios y
regiones para equilibrar los efectos de una competencia desigual, incluida la
atención a contextos geográficos y dinámicas específicas como la de los
Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID)”.[21]
Sí
mismo en el Foro los delegados acordaron promover los modelos de economía
humana, tales como “las economías colaborativas, comunitarias y circulares, en
la promoción de actividades económicas más justas, sostenibles e inclusivas, a
la vez que empoderando a las comunidades para participar y mejorar el valor de
sus activos”.
El
desarrollo humano sostenible local y la lugarización toman entonces en los
tiempos actuales una importancia como nunca habían tenido desde los tiempos del
modelo concentrador de la Revolución Industrial, por los avances en la sociedad
del conocimiento y la revolución de las comunicaciones que permiten las
conexiones globales y locales a todos los lugares, independientemente de su
ubicación geográfica. También por los compromisos asumidos por las entidades
mundiales y por contribuciones sustantivas de organizaciones de la sociedad
civil, universidades, medios de comunicación social, empresas y contribuciones
de teóricos o activistas individuales.
LA ECONOMÍA HUMANA[22]
La
economía humana vista desde la perspectiva de la lugarización, representa una
alternativa poderosa frente al modelo trasnacional. Partir del reconocimiento
de las nuevas realidades locales, de esta nueva naturaleza del lugar, de las
inusitadas posibilidades que se les abren a las localidades como consecuencia
de la revolución del conocimiento y, en particular, de las nuevas tecnologías
de la información y las comunicaciones, es partir por caminos que en el pasado
estaban vedados a muchos lugares, pero sobre todo a la apertura de nuevos
senderos que a los que sólo la creatividad pone límites, pues ahora todos los
mercados del mundo son accesibles a quien produzca bienes que van a satisfacer
necesidades de manera adecuada, fruto del trabajo decente, respetuoso de las
personas, de los lugares y de su ambiente.
Está
tomando conciencia la humanidad de que el modelo económico no puede seguir y
que el planeta tiene una capacidad de soporte. No habrá espacio para la
globalización de la codicia en un mundo que está consciente de sus propios
males, causados principalmente por un afán desmedido de lucro y de consumo.
La economía humana, social o
economía de solidaridad es una búsqueda teórica y práctica de formas
alternativas de hacer economía, basadas en la solidaridad y el trabajo. Su
fundamento está en la constatación de que mayores niveles de cooperación en las
actividades, organizaciones e instituciones económicas, tanto a nivel de las
empresas como en los mercados y en las políticas públicas, incrementa la
eficiencia micro y macroeconómica.
La
economía solidaria busca la incorporación de estilos de gerencia basados en el
respeto a las personas, donde el valor principal es el trabajo, la cooperación,
la solidaridad, al respeto a los demás trabajadores, clientes y relacionados.
en fin, una cultura basada en el respeto a la dignidad humana. También un reconocimiento
a la creatividad, la innovación y el espíritu emprendedor.
Louis
Joseph Lebret, ya citado, fundó en 1941 en Francia el Centro Economía y
Humanismo que desde entonces trabaja en múltiples actividades académicas y de
acciones concretas destinadas a fortalecer la relación entre ética y economía
incluyendo, como ya se anotó, temas fundamentales para el desarrollo local y
regional. En Uruguay funciona la Universidad Centro Latino para la Economía
Humana (CLAEH). Igualmente está activa la Red Internacional de Economía Humana
(RIEH)
La
ética de la economía social tiene su fundamento en el respeto a la dignidad de
la persona humana, considerar al otro como un auténtico otro, en el sencillo y
sabio principio de “no hacer al otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Los
procesos de producir bienes y servicios, de comercializarlos y de consumirlos
no puede ir en desmedro del respeto a la dignidad ni de los que forman parte de
esas técnicas o procedimientos, ni de los de los demás. Aquí entran en
consideración asuntos que tienen que ver con la dignidad del trabajador y del
trabajo como única fuente legítima de riqueza. Así mismo el respeto a la
familia y a la comunidad de trabajadores, de consumidores y a las comunidades
locales.
La
economía humana que crea nuevos hábitos del hombre y la sociedad frente a la
naturaleza y frente a la propia sociedad. Ahora bien, es en las localidades es
donde esta relación hombre–naturaleza se expresa de manera más directa, donde
los comportamientos de la gente se muestran en toda su expresión. Toda acción
directa de las prácticas de la economía y la sustentabilidad es localizada, es
decir, su existencia se establece en un territorio bien delimitado, en un
tiempo determinado y por unos agentes conocidos e identificados. Las acciones
genéricas o las meras declaraciones casi no tienen vigencia en el ámbito local,
pues ese es el territorio del accionar, sin dejar de ser reflexivo.
Incluye
el respeto al ambiente, a los valores comunitarios, a la identidad de los
lugares y a otros asuntos que tienen que ver con ese estilo de desarrollo
inmerso en las relaciones complejas y sus connotaciones. Privilegia el concepto
sistemas de propiedad asociativa como cooperativas, sociedades laborales, cajas
de ahorro, mutuales, las empresas familiares, las micro-empresas, la pequeña y
mediana empresa, sin descartar la gran empresa capitalista, pero con altos
componentes de responsabilidad social.
En
los espacios locales tiene vida la economía social. Las grandes corporaciones
se comportan generalmente como “enclaves” en los lugares, es decir, agentes
extraños e irreconocibles localmente. En cambio, las otras expresiones de
propiedad empresarial conforman un tramado de relaciones con los agentes
locales, pues forman parte de ellos, son ellos mismos, entonces conforman una
sola totalidad con el lugar.
El
bien común es el eje articulador de la praxis política[23] y
de los procesos productivos, de allí que la referencias axiológicas de la
economía humana local, o de la lugarización de objetivo ocho de la Agenda 2030
“Trabajo decente y crecimiento económico. Promover el crecimiento económico
sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo
decente para todos” debe tener como fundamento el bien común. Las decisiones
sobre el que producir, cómo hacerlo, para quien y otras que tienen que ver con
los procesos productivos deben ser tomadas con base a principios de largo
alcance fundamentados en el bien común de hoy y del futuro.
Lo
escribe el papa Francisco: “La actividad
empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar
el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región
donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de
puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común”. Todo
esto apunta a lo que llamamos una economía humana y al desarrollo local.
La
subsidiariedad, que es otro principio orientador para el desarrollo humano
encuentra en el desarrollo local su plenitud. Se podría decir que todo lo pueda
hacerse en las localidades no tiene por qué hacerse en otras entidades más
altas y más lejos de la gente. Y aquí se puede entrar en temas tan delicados
como las franquicias, el turismo todo incluido y otras formas de economía que
generalmente vienen a ser enclaves en los lugares y se comportan como
extractores del ahorro local, o aprovechadores de talento humano barato, de los
recursos locales o recursos naturales. Es importante resaltar que en la
subsidiariedad lo sustantivo en quien toma las decisiones.
La
densidad científico–tecnológica, el potencial innovador y el espíritu de
emprendimiento de un lugar son aceleradores del desarrollo de la economía
humana sostenible. Una localidad que estudie su realidad, sea consciente de las
potencialidades que tiene, pero también de sus debilidades, que realice
innovaciones sobre sus procesos productivos, que despliegue el potencial
emprendedor para darle valor agregado a los bienes y servicios que produce, es
una localidad que avanza hacia mejores niveles de vida. Las nuevas tecnologías
de la información y de las comunicaciones son igualmente instrumentos muy eficaces
para promover el desarrollo local. Un lugar puede poner en Internet información
valiosa para los potenciales inversionistas, propios del lugar o que vengan de
afuera. Puede contar con portales muy interactivos del gobierno local, de las
empresas, de las organizaciones gremiales y no-gubernamentales, con el fin de
facilitar los trámites para crear nuevas empresas o mejorar las existentes,
para ofrecer sus productos y venderlos, para intercambiar información,
enterarse de las experiencias exitosas, compartir las propias, en fin, todo el
potencial de estas tecnologías de la información, aplicadas con una estrategia
clara de desarrollo local.
La
propuesta no es otra que la creación y fomento de un sistema local que genere
un entorno altamente colaborativo para la creatividad, la innovación y el
emprendimiento. Es una red donde entran el gobierno, las universidades, las
empresas, las cooperativas, las entidades financieras, los gremios
profesionales y sindicales, las organizaciones civiles (ODS) aunado a todas
aquellas instituciones que pueda contribuir al desarrollo de la competitividad
local, a la creación de ese clima particular que favorece el desarrollo humano
sustentable.
EL CAPITAL SOCIAL
El
desarrollo humano sostenible, sea global, nacional o local toca más a asuntos
intangibles que a temas tan concretos como la economía o infraestructura.
Destacados especialistas a lo largo de muchos años han estudiado el tema de la
riqueza de las naciones, el progreso, el bienestar y tantos nombres que recibe
ese proceso mediante el cual las sociedades avanzan hacia el bienestar o hacia
una forma decente de vivir. Unos ponen en énfasis en el mercado, otros en el
Estado, en la dotación de recursos, el manejo de la economía, la capacidad
emprendedora, en las instituciones, el nivel educativo, incluso en el clima, la
religión predominante y muchos otros factores.
Se
puede constatar que hay países pobres en el norte y los hay prósperos en el
sur. Hay países o sociedades prósperas grandes y pequeñas, antiguas y
recientes, de gente predominantemente blanca, negra o amarilla, con costas o
sin ellas, creyentes o no creyentes, de clima con estaciones o sin estaciones,
bien dotadas de recursos naturales o carentes de ellos, en fin, nada de esos
factores condiciona la posibilidad de ser desarrollado o subdesarrollado.
Incluso hay países gemelos y uno es muy pobre y el otro muy rico, como Corea
del Norte o Corea del Sur. O regiones pobres en países ricos, o regiones ricas
en países pobres. Hay países o regiones que fueron prósperas y se
empobrecieron, y unas que siendo pobres luego prosperaron. Parece que nadie
está condenado a ser pobre o a ser rico. La pregunta poderosa sería: ¿hay algún
factor más profundo, más esencial, que determina que unas sociedades tengan
mejor calidad de vida que otras?
Vamos al grano: aunque sean muy
diversos y complejos los factores que llevan a la prosperidad, es la calidad de
las relaciones entre las personas la que determina muy centralmente su
capacidad de evolucionar hacia el bienestar. Eso se llama “Capital Social”, que
es la densidad y a la calidad de las interacciones sociales de una comunidad. De
allí que los conceptos y procesos del desarrollo humano sostenible, están
indisolublemente unidos al tema que se denomina hoy generalmente Capital Social.
Se
trata del grado de convivencia, el clima de confianza, la conciencia cívica,
las virtudes ciudadanas, la solidaridad, la sensación de seguridad y otros
asuntos relacionados con sentirse a gusto en la sociedad en que se vive.
También el grado de organización de la gente en torno a los asuntos que le
interesan como la vida en el sitio de residencia, el estudio de los hijos, la
cultura, la recreación y el deporte, la ayuda a los demás, la protección del
ambiente, el culto religioso y muchos otros temas. También se refiere a la
intensidad y calidad de las relaciones entre las personas y esas organizaciones
intermedias y de base, así como la calidad de las conversaciones y los relatos
que se narran.
Un
asunto muy interesante es el que se refiere al hecho de que, si las relaciones
entre las personas son tan importantes, es necesario entonces reconocer el
valor de la palabra, del lenguaje, las conversaciones. Es decir que en el fondo
se trata de que el desarrollo se puede entender como un proceso conversacional o
procesos conversacionales en los cuales lo que las personas sueñan, proponen y
construyen realidades. Hacer emerger los
ideas que se plantean. [24]
El
capital social incluye las organizaciones e instituciones existentes y la
calidad de las mismas, la confianza que despiertan, las respuestas que dan, la
percepción sobre su trasparencia y eficacia. Las modernas redes sociales y la
calidad de su uso forman parte de estos intangibles.
El
Banco Mundial define al capital social como la moneda inagotable que permite
que una sociedad opere efectivamente. En todo caso estos análisis permiten
determinar, sin ninguna duda, que el capital social es el recurso natural
fundamental y común en todas las sociedades desarrolladas, por encima del
capital físico, el capital humano, la raza, la religión y es determinante para
la fortaleza del estado de derecho y la estabilidad política e institucional.
La
calidad del capital social comienza por las personas que habitan el lugar, su
grado de autoestima, su conocimiento, identidad y compromiso con el entorno, su
satisfacción de vivir allí. Luego por la forma cómo se relacionan los demás,
con las organizaciones comunitarias o vecinales y con la naturaleza. Así mismo
por los grupos sociales organizados, sean vecinales, deportivos, recreacionales
o de solidaridad social, grupos de voluntariado cívicos o religiosos. Su grado
de participación y compromiso. Así mismo la confianza entre las personas, las
organizaciones y las instituciones, incluyendo por supuesto las públicas, sus autoridades
y su normativa. Son importantes los valores compartidos, los sueños comunes,
los relatos predominantes y las redes conversacionales.
La
densidad y la calidad del capital social es un tesoro inmenso para el
desarrollo humano integral de una comunidad, lamentablemente es sensible a
influencias perversas, vengan del poder público, de intereses económicos o de
otra naturaleza. Por ello debe basarse en sólidos principios como por ejemplo
el respeto a la dignidad de la persona humana y la supremacía del bien común.
Si no puede ser víctima del populismo, la corrupción, la mentira y el engaño.
En sistemas autoritarios, jerárquicos, centralistas y dependientes se erosiona
el capital social y se extiende la pobreza.
El
filósofo español José Antonio Marina escribió hace unos años un interesante
libro titulado: “La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez” (Marina,
2004). Trata el autor de la frecuencia como personas inteligentes toman
decisiones estúpidas. Incluso se pregunta ¿Por qué las personas inteligentes
pueden ser tan estúpidas? Al final tiene un interesante capítulo que extiende
el desarrollo conceptual y trata el tema de las sociedades inteligentes y las
sociedades estúpidas.
Las
causas de la estupidez son variadas, la más común es la ligereza de la palabra.
“El que mucho habla mucho yerra” reza la sentencia popular. También están los
prejuicios, la superstición, el dogmatismo y, en particular, el fanatismo. A
esta lista se pueden agregar la excesiva credulidad, las emociones, los apegos,
la frustración, la rabia, el resentimiento, el rencor, la pereza, la
procrastinación, la abulia, la impulsividad, la soberbia, el odio y el peor de
todos los vicios: la envidia
Lo
que se pone en evidencia para los individuos, puede extenderse a la sociedad.
Así como existen sociedades inteligentes, también las hay estúpidas. “Una
sociedad inteligente elige bien su sistema de valores, concede prestigio a los
mejores, sabe admirar, mantiene una comunicación no sesgada, se empeña en
comprender, es crítica pero animosa, favorece la innovación, fomenta buenos
estilos afectivos, desprecia la zafiedad, estimula la autonomía comprometida”.
(Marina, 2004)
“Las
sociedades estúpidas son aquellas en que las creencias vigentes, los modos de
resolver los conflictos, los sistemas de evaluación y los modos de vida,
disminuyen las posibilidades de las inteligencias privadas” (IDEM). Una
sociedad embrutecida o encanallada, resentida o envidiosa o fanática o frívola
es una sociedad estúpida, porque causa mucho mal a sus individuos e impide que
la inteligencia se despliegue.
Robert
Putnam decía en su famoso estudio comparativo entre la Italia del norte y la
del sur que existen sociedades “malditas” para referirse a aquellas donde
existe un grave déficit de “capital social”, entendido este como la red de
organizaciones solidarias, el clima de confianza, el Estado de Derecho y una
cultura positiva, estimulante. Al estudiar las comunidades del norte describió
una sociedad virtuosa, con alto grado de autónoma, solidaria y emprendedora. En
cambio al sur de ese país encontró una sociedad que tiende a ser dependiente de
otro para la solución de sus problemas, donde predomina la desconfianza y la rivalidad.
(Putnam, 1993)
Francis
Fukuyama un libro titulado “Confianza” para demostrar que la prosperidad de las
naciones (y de las empresas, familias e individuos) dependen de sus
características culturales. “Las virtudes sociales, incluyendo la honestidad,
la confiabilidad, la colaboración y el sentido del deber para el prójimo, son
de importancia crítica para generar las virtudes individuales”. “En muchas
sociedades preindustriales - cita Fukuyama -, nada asegura que un hombre de
negocios concurra con puntualidad a una reunión, que las ganancias no serán
retiradas de la empresa y gastadas por familiares y amigos en lugar de ser
reinvertidos, o que los fondos estatales destinados al desarrollo de la
infraestructura del país no irán a para a los bolsillos de los funcionarios
encargados de su distribución” (Fukuyama, 1996)
En
un estudio citado por Fukuyama sobre las bases morales de una comunidad
atrasada realizado por Edgard Banfiel para describir la vida social de una
comunidad campesina del sur de Italia, introduce el concepto de “familismo
amoral”, para caracterizar a una comunidad donde la solidaridad solo se reducía
al espacio íntimo familiar, mientras la desconfianza privaba hacia fuera, no
había responsabilidad pública y las redes sociales eran mínimas.
Existen
tres vías básicas para que conducen a la sociabilidad, afirma Fukuyama: “la primera
se basa en la familia y el parentesco; la segunda, en las asociaciones
voluntarias con terceros, como colegios, clubes y organizaciones profesionales;
y la tercera en el Estado. También existen tres formas de organización
económica; que corresponden a cada una de esas vías: la empresa familiar, la
gran empresa conducida por profesionales y las empresas estatales o subsidiadas
por el Estado”. Las culturas que han escogido la primera y la tercera vía
tienen grandes dificultades para generar prosperidad. Esas vías pueden ser
puntos de partida, pero solo eso.
Douglas
North se ganó el premio Nobel de Economía, en parte porque demostró que el
desarrollo económico tenía una fuerte vinculación con el desarrollo
institucional, y con las normas y los valores de una sociedad. Donde existe esa
calidad cultural, confianza o altos niveles de capital social, también
existirán empresas y empresarios prósperos, que son la base de la superación de
la pobreza e, incluso, de un desarrollo democrático maduro. (North, 1993)
¿Por
qué entonces existen sociedades que insisten en las vías ampliamente
demostradas como equivocadas? Porque son estúpidas. Los alemanes eran
inteligentes, tenían las mejores universidades del mundo y los filósofos más
destacadas, sin embargo, se entregaron con fanático fervor al
nacional-socialismo. Lo mismo pasó con los italianos y el fascismo. Los serbios
repitieron el tema del racismo y el holocausto. En América Latina se han
experimentado muchos modelos, estatistas, centralistas, militaristas, neoliberales,
socialistas y han resultado en grandes fracasos. La Venezuela de hoy es un caso
emblemático de una sociedad que escogió el peor de los caminos. Pero se vuelven
a repetir los errores.
¿Por
qué las sociedades inteligentes toman decisiones estúpidas? ¿Por qué las
grandes mayorías con mucha frecuencia se entregan sin pensarlo mucho en brazos
de líderes mesiánicos, si siempre se han fracasado por esa vía? Una sociedad
resentida, dice Marina, o envidiosa o fanática o racista puede equivocarse
colectivamente y, por el contrario, un hombre solo puede tener la razón frente
al mundo entero.
Al
igual que el individuo, las sociedades fracasan porque son prejuiciosas,
fanáticas, supersticiosas, o porque son de temperamento agresivo, o egoísta o
por que no lograr ponerse de acuerdo en sus objetivos y metas. También porque
son ignorantes, es decir se desconocen, ignoran sus raíces históricas y sus
bases territoriales, su cultura, sus potencialidades o los obstáculos de que
deben vencer.
Una
de las mejores formas de poner en evidencia el grado de inteligencia de una
sociedad - o su grado de estupidez – es por las conversaciones. Nietzsche llamó
“el lenguaje del bien y del mal” de un pueblo a esta cultura heredada que es la
palabra usual, el habla cotidiana. Una conversación puede enriquecer, enseñar,
mejorar las relaciones, elevar la cultura de los que hablan, consolidar su
amistad. Otra conversación, en cambio, puede herir, deprimir, disociar,
empobrecer. Las conversaciones predominantes en una comunidad dan el grado de
inteligencia de esa sociedad. El chismorreo, la murmuración y las habladurías
empequeñecen a todos y hacen que una sociedad se idiotice y se comporte de
manera estúpida. Lo mismo pasa con una familia o una organización.
En
las comunidades donde triunfa la inteligencia, las conversaciones estimulan,
premian, animan y hacen que el grupo logre cosas extraordinarias. En las
comunidades estúpidas las conversaciones ridiculizan al exitoso, se burlan del
triunfador, escamotean los logros y provocan que los fracasos se acumulen y se
le tenga miedo a la creatividad, a la innovación y al emprendimiento. Hay en
consecuencia conversaciones inteligentes y conversaciones estúpidas.
Ahora
bien, una sociedad, si se lo propone, puede mejorar su inteligencia, aprender a
tomar mejores decisiones, incrementar su capital social, mejorar su densidad
cívica y emprender el camino de su prosperidad. Para ello es indispensable
trazar ese camino, saber para donde se va, como se va y con quien, cuánto
cuesta y tener previsiones para los obstáculos, así como estar avisado para
aprovechar las oportunidades.
Es
muy útil buscar en la historia de la comunidad aquellos rasgos que pueden potenciar
el invento de un futuro deseable. Si hay sociedades malditas, por la escasa
calidad de su capital social, el exorcismo puede hacerse, invocando las mejores
virtudes cultivadas a lo largo del proceso histórico de la comunidad,
encontrando ventajas geográficas y culturales, colocando como arquetipos a
imitar a personajes importantes, destacando hechos notorios de los cuales la
gente se sienta orgullosa, rescatando viejas construcciones hermosas y
emblemáticas de mejores tiempos y muchas otras maneras.
Los
buenos ejemplos son excelentes para derrotar la estupidez. Muchas comunidades
fracasadas lograron superar con éxito su situación y hoy exhiben orgullosas su
nueva situación. Irlanda es un caso patético de una sociedad fracasada, llena
de prejuicios y de fanatismos, que un día tomó la decisión de ser más
inteligente, y hoy es una de los países más exitosos del mundo.
La
educación es la mejor arma contra la estupidez, aunque no garantiza su
curación. Formar ciudadanía, estimular la creatividad y la innovación, promover
el espíritu emprendedor, hace que se muevan las reservas positivas de la
sociedad. También las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones
ayudan mucho, al abrir la sociedad al mundo, que la gente vea que existen otras
realidades, distintas a la suya. Unas serán mejores, otras peores, aprender a
saber la diferencia, y apreciarla, con el fin de estimular los cambios.
Las
sociedades inteligentes exitosas no son sociedades perfectas, ni sus
integrantes son superiores (cuando se creen superiores comienzan a fracasar).
Solo son sociedades que han aprendido a tejer relaciones de solidaridad, hacer
bien las cosas, resolver adecuadamente los conflictos y tenerse confianza. Son
gente común y corriente que conversan en positivo, se organizan y tejen
relaciones. Las sociedades estúpidas a lo mejor se creen perfectas, o mejores,
sin embargo son un fracaso. Su gente es normal, pero tienen conversaciones
negativas, son desorganizados y no se relacionan. Mientras no cambien están
condenadas al fracaso. Eso depende de ellas, en particular de la densidad y la
calidad de su capital social.
Es
este orden de ideas es importante citar la amplia investigación realizada por
los profesores Daron Acemoglu y James A. Robinson sobre “¿Por qué fracasan los
países?”(Robinson y Acemoglu, 2012). Con el subtítulo “Los orígenes del poder,
la prosperidad y la pobreza” sostienen, luego de analizar países y regiones al
interior de las naciones, incluso ciudades contiguas o lugares vecinos, que las
sociedades prósperas son aquellas en las cuales sus instituciones son más
inclusivas y democráticas, mientras donde el poder es ejercido de manera
autoritaria y se establecen instituciones corrompidas destinadas a enriquecer a
los poderosos, se extiende y profundiza la pobreza.
Es
síntesis son los valores intangibles, el capital social, la calidad de las
personas y su trama social las principales responsables de su nivel de
bienestar.
LA GESTIÓN LOCAL
El
objetivo es lograr el bienestar de las personas y eso tiene mucho que ver con
la calidad del lugar en donde viven, sea una aldea o una ciudad. Estos procesos
y las nuevas realidades conducen a la revalorización de lo local, y en
consecuencia a su transformación mediante un reforzamiento de sus virtudes y
fortalezas, pero también a una revisión de sus debilidades y a cambios
necesarios para que pueda asumir con éxito los roles que le asigna la sociedad
del conocimiento, la globalización y en particular el proceso de lugarización.
Uno de los cambios más importantes es la gestión de las localidades.
Las
organizaciones centralizadas, verticales, autoritarias, lentas y pesadas no
responden con eficacia a los desafíos de las nuevas realidades. Para poder ser
exitosas las organizaciones están cambiando rápidamente en varias direcciones y
tienden a ser descentralizadas, horizontales, democráticas, pequeñas y ágiles. Además,
a lo interno se estructuran de manera sistémica con unidades de trabajo
transversales que abordan múltiples asuntos, o grupos “tipo startup” con gente
emprendedora y entusiasta que trabajan en equipo para gestionar la refundación
de las unidades más grandes, de forma de inducir los cambios necesarios.
Se
trata de darle a la gestión local mayor capacidad de acción y poder de cambio,
más innovación y en especial mayor capacidad de relación e interacción con los
ciudadanos y con los demás entes de la localidad, con entidades locales de
otros espacios nacionales o mundiales, con organizaciones multilaterales y
asociaciones de autoridades y actores civiles de desarrollo local, de manera de
estar al tanto de las demandas y expectativas de la gente, y de qué manera
están resolviendo estos asuntos en otras partes.
En
el fondo se trata de tejer capital social en la forma de gestionar lo local,
con base a la calidad de las personas, de sus relaciones, de sus
conversaciones, de la trama social que se establezca, de su capacidad de tomar
decisiones ágiles conectadas con la realidad.
En
referencia a los asuntos político-territoriales, adquiere mayor importancia las
entidades locales y provinciales, así como sus formas de gobierno, la
organización y gestión de la comunidad cívica y de sus entes empresariales,
pues toca a estas organizaciones liderar el crecimiento de la calidad de la
vida local y su adecuada inserción en lo global.
La
presencia de los gobiernos nacionales, generalmente pesados, lentos y remotos,
desconectados con las múltiples realidades locales corresponden las grandes
políticas que orientan la vida de toda la Nación y la administración de las
competencias propias de los gobiernos centrales. Pero la mayoría de los asuntos
públicos atinentes al ciudadano, a la familia, a las organizaciones civiles y a
las empresas, son asuntos que deben atender los gobiernos provinciales y
locales.
La
rapidez y la profundidad de los cambios, las expectativas de la gente, las
necesidades de una alta interconexión en el ámbito planetario, exigen de las
organizaciones respuestas rápidas y eficientes que los aparatos centralizados
no están en capacidad de ofrecer. La eficiencia en las decisiones exige que
estas se sitúen cerca de donde se ejecutan, por ello la descentralización y el
federalismo ganan espacio rápidamente.
La
centralización es una forma de administrar cuando no se confía en los niveles
menores, o se quiere desestimular la participación, para imponer un
"orden" establecido por la alta jerarquía, para homogeneizar un
colectivo o, como afirmaba Alexis de Toqueville[25]
“para impedir, no para hacer”. La centralización limita la creatividad, la
agilidad, la transparencia, el pluralismo, la diversidad y la democracia. El
centralismo desprecia la capacidad de las comunidades para gobernarse. El
centralismo tiende al autoritarismo y a la homogeneidad.
Además,
la concentración en la alta jerarquía de procesos que perfectamente se pueden
ejecutar en los niveles más bajos, congestiona con asuntos que no le son
propios a la dirección superior, distrayéndola de los asuntos estratégicos y
políticos generales, que sí lo son.
La
descentralización es la administración de la mayoría de los asuntos desde los
entes territoriales autónomos provinciales y locales. Es hacer de estos niveles
políticos entes autónomos poderosos, eficaces y eficientes para que atiendan a
la mayoría de los servicios que requiere la gente para vivir bien y para
prosperar, no solo de los asuntos tradicionalmente propios o peculiares de la
vida local que ahora tienen que ser de “clase mundial”, sino de los servicios
emergentes como la conectividad. Es hacer de estos territorios subnacionales
los instrumentos eficaces para promover el desarrollo humano sostenible.
La
descentralización no es sólo la transferencia de determinados niveles de
decisión a la base de la pirámide de mando. No. La descentralización es
transferencia de poder. Es el desprendimiento de determinados asuntos sustantivos
de los niveles superiores o nacionales y traspasarlos hacia los niveles
locales, con todas las condiciones para que puedan ejercer con eficacia esos
asuntos.
Descentralización
es trasladar competencias desde el poder nacional hacia los poderes locales,
con todos los atributos necesarios para que estos niveles locales puedan ser
eficaces en el ejercicio de esos asuntos, es decir con autoridad, con buenas
bases legales, con capacitación, con entrenamiento, con financiamiento y -
sobre todo -con confianza.
Descentralización
es la dotación de los entes político territoriales intermedios y menores de
capacidad real para atender bien los asuntos que le son propios en estas nuevas
realidades. Que las provincias y los municipios cuenten con la gente capaz, los
recursos financieros suficientes, las estructuras organizativas adecuadas y
flexibles, los marcos para la negociación intergubernamental ágiles y, en
general, el poder suficiente para que, en un clima de autonomía, ejerzan
plenamente su ejercicio en el marco normativo nacional.
Antes
de la actual revolución del conocimiento era optativa la administración
centralizada o la descentralizada, aun cuando es necesario reconocer que
aquellas naciones que experimentaron la descentralización desde temprano,
también lograron mejores niveles de desarrollo. Pero ahora es imperativa. Las
empresas y los gobiernos se descentralizan, adoptan mecanismos federales de
administración, delegan poder a los estratos que están en la ancha base de la
organización e incluso transfieren a otros entes diversos asuntos que no les
son sustantivos, porque de otra manera pierden competitividad y eficiencia.
La
descentralización y la forma federal de gobierno tiene muchas exigencias. Al
desencadenar el potencial creativo de los diferentes niveles territoriales,
también debe sentar las bases para la coherencia de la organización o de la
nación. Si se trata de una empresa o de una organización sin fines de lucro,
esa coherencia la da el plan general estratégico de largo y mediano plazo, la visión
de la organización, sus valores, imagen institucional, el espíritu de cuerpo y
demás mecanismos. Lo que se llama “filosofía de la organización”.
Para
el caso de una nación el "espíritu de cuerpo" equivale a la
Constitución Nacional de amplio consenso. Es el "proyecto de país"
que debe estar en la Constitución, pero también en los planes estratégicos y en
numerosos actos que tienen que ver con la Nación, con sus símbolos, su
historia, sus valores, sus arquetipos humanos, su cultura y sus tradiciones. En
un gobierno federal descentralizado el poder central tiene que ser fuerte para
establecer el destino general de la nación, los planes estratégicos, las
grandes políticas públicas y para evaluar la marcha general del país. También
para coordinar con los distintos gobiernos estadales y municipales los planes y
proyectos de alcance supra estadal. Y para fomentar el clima favorable a la
descentralización, al fortalecimiento de los gobiernos provinciales y locales,
y para la promoción de la organización de la sociedad civil y de sus redes de
solidaridad.
En
un sistema de gobierno federal, el poder central no debe ocuparse de nada que
pueda ser atendido en los estados y los municipios, o por la comunidad cívica.
Una orientación para definir qué corresponde a cada nivel político-territorial
es aplicar el principio de subsidiaridad que establece que todo aquello que
pueda se hecho por un ente inferior, no lo debe hacer uno superior, y en caso
de dificultades, el ente superior puede cooperar, pero siempre procurando que
el ente inferior desarrolle sus competencias naturales.
El
término federal se refiere a la existencia de entes políticos territoriales
intermedios autónomos, como las provincias, estados o departamentos y -
principalmente - municipios, con alto grado de autonomía. En las empresas
significa que una organiza sus actividades en la forma de negocios autónomos,
con su propio mercado y su propio producto, así como su propia responsabilidad
por las ganancias y las pérdidas (Drucker, 1999).
De
esta manera, los países y las organizaciones modernas se adaptan a las nuevas
realidades y confían en las comunidades provinciales y locales más y más
competencias, descargando a las entidades centrales de muchos asuntos y
concentrándose en el monitoreo de las grandes estrategias.
También
los gobiernos transfieren más y más asuntos a entes no gubernamentales,
empresas u organizaciones de la comunidad cívica, confiando en ellas la
ejecución de obras y la prestación de servicios antes reservados al sector
público. También las empresas transfieren a otros el desempeño de muchas tareas
que no forman parte sustantiva de sus objetos, concentrándose en lo que le es
propio.
Toda
esta revolución en la manera de administrar los asuntos tiene una dirección:
reforzar a lo local y a las organizaciones locales. Aprovechar las ventajas que
tienen las organizaciones pequeñas, ágiles, eficientes, pero conectadas a lo
global de una manera muy eficaz. Esta es una nueva realidad en plena expansión.
Las localidades, sus organizaciones y sus ciudadanos, tendrán cada día más y
más asuntos de que ocuparse y las posibilidades de influir en sus propios
asuntos, en los de la Nación y del planeta crecerán en la medida que sean
competitivos, eficientes y se preparen adecuadamente.
Quizás
la respuesta político – territorial adecuada sea el municipio, una entidad que,
como afirma Fortunato González es una representación autónoma de los habitantes
de territorio que ejerce su gobierno y que es anterior a los estados
nacionales, así como las ciudades son anteriores a los países. El municipio
contiene un territorio continuo y determinado; una población asentada
permanentemente y con lazos de vecindad; y un gobierno que surge de la propia
comunidad y “cuya autoridad política tiene que ver más con la idea de servicio
que con la de dominación”. (González, 2014).
Son
numerosas las experiencias exitosas de adaptación de los municipios a los
nuevos desafíos, y en todas hay temas comunes de los cuales aprender. Por ejemplo,
se han ocupado de la educación ciudadana, empezando por reforzar los lazos de
identidad y compromiso cívico, lograr el mejoramiento del bienestar de la
ciudadanía, los servicios y de los espacios públicos, se han ocupado de
promover la economía humana sostenible, y, para todo, el mejoramiento sustantivo
de la calidad de la gestión.
En
la obra de González arriba citada, el autor propone varios desafíos del
municipio en estos tiempos, tales como un municipio con clara definición
sociopolítica, es decir una comunidad que tiene una identidad y un compromiso
propios; un municipio lugarizado, pertinente con su realidad social y espacial,
con una organización adaptada a su tamaño y compromiso; que la estructura de
gobierno y administración sea sostenida por la propia economía local; eficaz
porque atiende a la comunidad que sirve; un municipio que combine tradición y
vanguardia atendiendo a las de cercanía e identidad pero con excelente uso de
las modernas tecnologías de gestión, y un municipio que estimule la innovación
y el emprendimiento.
El
mejoramiento de la capacidad de acción de los actores locales de su gobierno,
empresas y organizaciones ciudadanas, incluso de sus habitantes, para efectos
del desarrollo humano sostenible, es fundamental para impulsar el despliegue de
las potencialidades del lugar, su entusiasmo, su espíritu innovador y otros
factores pues es necesario un “clima” favorable, una emocionalidad compartida
para producir ese efecto multiplicador, esa sinergia capaz de reunir las
mejores energía positivas de un lugar para alcanzar objetivos desafiantes.
Este
ambiente colaborativo, participativo, solidario potencia a las personas y a las
organizaciones que se van a alinear a los objetivos comunes de la sociedad. Es
un círculo virtuoso que se despliega a partir de las conversaciones poderosas
que comparten la memoria y los sueños, los relatos de los mejor que se ha sido
y lo mejor que se puede ser, los retos, las esperanzas y van generando ese
capital social que es la base de todo avance social.
Aquí
el liderazgo del gobierno local es fundamental, razón por la cual debe ser el
primero en buscar su transformación, dejando atrás las estructuras
centralistas, jerárquicas y altamente burocráticas que no son las apropiadas
para la administración eficaz en estos tiempos y mucho menos para la gestión
del cambio, así mismo la gerencia autoritaria tampoco. Las administraciones
locales tradicionales eran muy cercanas al ciudadano y los gobernantes electos
eran los vecinos calificados por su representatividad, los funcionarios eran (o
son en muchas partes) personas muy comprometidas en su vocación de servicio, el
asunto se deterioró con la burocratización y la complejidad de los grandes
municipios.
El
estilo de gobierno debe cambiar pues en estas realidades de la sociedad del
conocimiento la gente está más y mejor informada, tiene (o puede tener) mayor
conciencia de sí, de su libertad y potencialidad, quiere ser protagonista
participando por diversas vías en los procesos de desarrollo que encarna un
proyecto común, compartido desde su formulación.
Por
otra parte la innovación no es una opción, es una condición sistémica de vida[26].
Lo que sí es nuevo es la velocidad y la profundidad de los cambios, por ello es
importante romper los paradigmas, costumbres o prácticas culturales que amarran
o dificultan el desencadenamiento de los procesos de innovación. Aquí la
creación de equipos creativos es importante, así como el estímulo a las
iniciativas que introduzcan mejoras sustantivas en el desempeño organizacional
de las entidades locales.
Lo
sustantivo en tener conciencia de que la capacidad de un lugar para
desencadenar procesos de desarrollo humano sostenible está en las personas, en
su liderazgo, en sus procesos conversacionales, sus relaciones. De manera tal
que entre los desafíos de la gestión local el primero es contar con las
personas enamoradas del lugar y comprometidas con su bienestar, capaces de
conversar compartiendo sus sueños y escuchando los de los demás, articulando
relaciones y estableciendo los procesos para armar el proyecto de la localidad
y concretarlo en calidad de vida y bienestar.
Estos
desafíos exigen un proyecto de desarrollo local. La experiencia demuestra su
utilidad. La diferencia entre una localidad fracasada y una exitosa casi reside
en esto, pues los procesos han obedecido a un proceso de transformación que se
basa en la toma de conciencia que es fruto de la concertación entre los actores
en torno a un proyecto de futuro y la generación de un liderazgo local
proactivo.
Es
fundamental la determinación conjunta y el consenso ciudadano para provocar un
salto adelante, desde todo punto de vista. Es un proceso de movilización
ciudadana y de promoción interna y externa. Es un proyecto de autoestima
ciudadana. Exige un cuestionamiento de la manera de gobernar, de comportamiento
de las organizaciones y plantea una reforma política y una nueva articulación
gobierno-ciudadanía.
El
Gobierno local debe cambiar cualitativamente: pasar a ser promotor, líder,
emprendedor, innovador, audaz, integrador de todas las energías presentes, un
innovador democrático. Muchos de los éxitos se deben a la fuerte personalidad
de los alcaldes que han asumido el liderazgo de la ciudad. A veces el liderazgo
local lo puede asumir inicialmente otros actores, pero debe estar muy bien
articulado y sin la participación de la autoridad política es muy difícil.
Finalmente
es importante afirmar que el grado desarrollo humano sostenible de un lugar
depende en gran parte de su propio esfuerzo. Por muy grande que sean las
sobre-condicionantes externas siempre un lugar será mejor si sus habitantes son
solidarios, existe una comunidad organizada, se dan relaciones armoniosas y los
sistemas conversacionales son proactivos. Con una clara identidad local, una
visión compartida de su razón de ser y alta densidad de capital social, un
lugar se labra su propio bienestar.
BIBLIOGRAFÍA
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Vignolo,
Carlos (2002) Sociotecnologia: construcción de capital social para el tercer
milenio. Universidad de Chile. Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
Santiago de Chile.
[1]
Amos Oz (1939-2018) es un escritor, novelista y periodista israelí. Premio
Israel de Literatura (1988), Premio Goethe de Literatura (2005), Premio Príncipe
de Asturias de las Letras (2007). Profesor de Literatura en la Universidad Ben
Gurión. Amos Oz: "Lo universal es el
pueblo, la calle, el piso. ¿Le sorprende? Es un pequeño milagro, pero es el
milagro de toda la literatura que hay en el mundo. Cuanto más local o
provincial sea, en más universal se convertirá. Y cuando digo universal no
quiero decir internacional, esa es otra cuestión. Los libros internacionales
son aquellas novelas que se sitúan en hoteles y aeropuertos internacionales,
que son leídas en hoteles y aeropuertos internacionales y que, finalmente, se
acaban dejando en los bancos de los hoteles y aeropuertos internacionales. Lo universal
es algo distinto, algo siempre relacionado con un lugar pequeño: un pueblo, un
barrio, una calle, un bloque de pisos… Y se convierte en universal porque todos
nuestros secretos son los mismos. Esta es la principal cualidad del ser humano:
todos nuestros secretos son los mismos, seamos españoles, israelíes,
portugueses, brasileños o lo que sea”.
http://www.bibliotecaspublicas.es/merida/imagenes/Amos_Oz.pdf
[2]
Ilya Prigogine llama a los sistemas abiertos "estructuras
disipativas", es decir, que su forma o estructura se mantiene por una
continua "disipación" (o consumo) de energía. Como el agua se mueve
en un remolino y al mismo tiempo lo crea, la energía se mueve a través de las
estructuras disipativas y simultáneamente las crea. Todo ser viviente y algunos
sistemas no vivientes, como ciertas reacciones químicas, son estructuras
disipativas.
Martínez Miguélez, Miguel. (2006). El paradigma emergente. Trillas,
México.
[3]Ver:
González Cruz, F. (2013). Lugarización. Valera: Fondo Editorial Universidad
Valle del Momboy.
[4]
Pierre Teilhard de Chardin. Antropólogo, filósofo y teólogo jesuita.
[5]
Zygmunt Bauman es el autor del concepto «modernidad líquida» para definir el
estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos,
en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha
debilitado los vínculos humanos.
[6]
En la mitología griega, Sísifo es conocido por su castigo: empujar cuesta
arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a
rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante proceso.
[7]
EL CAMINO HACIA EL FUTURO: Llevando consigo la memoria de las raíces. Jorge Ma.
Bergoglio (Papa Francisco. Revista HUMANITAS 47 (julio-septiembre 2007)
[8]Jose-antonio-marina.blogspot.com
Hassan Zaoual, Editions
L’Harmattan, Paris, France, noviembre 2008
[9]
DÉVELOPPEMENT DURABLE DES TERRITOIRES. Economie sociale, environnement et
innovations. Hassan Zaoual, Editions
L’Harmattan, Paris, France, noviembre 2008
[10]
MARK ZUCKERBERG en su ceremonia de graduación en Harvard. 25 de mayo de 2015.
[11]
http://www.margaretwheatley.com/articles/esp.life.html
[12]
Elinor Ostron es premio Nobel de Economía.
[13] 11.
El principio subsidiariedad fue definido en la Carta Encíclica de Pío XI,
Quadragesimo Anno en 1931.
[14] El
IPM es elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en colaboración con la
OPHI1 (Oxford Poverty & Human Development Initiative, Iniciativa de
Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford).
https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_de_pobreza_multidimensional.
[15] http://web.worldbank.org/archive/website01321/WEB/0__C-140.HTM
[16]
Naciones Unidas (2015) Objetivos del Desarrollo Sostenible. 17 objetivos para
transformar nuestro mundo. http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/
[17]
Son diversos y muy útiles los mecanismos institucionales para la localización
de los ODS y la cooperación para el desarrollo local: He aquí algunos: Ciudades
y gobiernos locales unidos: https://www.uclg.org/es;
http://localizingthesdgs.org/library/55/3/Gua-para-la-localizacin-de-los-ODS-Implementacin-y-Monitoreo-Subnacional.pdf;
UNACLA acerca a los gobiernos locales a las nuevas agendas globales para el
desarrollo https://es.unhabitat.org/unacla/ ; Importante destacar los Foros
para el Desarrollo Económico Local; y la Organización de Regiones Unidas
http://www.regionsunies-fogar.org/
[18] Louis-Joseph Lebret (1897-1966) incorporó la
dimensión humanista en su enfoque del desarrollo. Ponía el acento en el
análisis de unidades territoriales pequeñas. Afirma que “el municipio y el
cantón en el medio rural, el barrio en el distrito urbano, todos dentro de una
dimensión humana” son la base del desarrollo”. “Los hombres allí pueden
encontrarse fácilmente y conocerse, tener una idea del complejo total en el que
se insertan”. “El proceso de desarrollo es ascendente: va de las comunidades
más cercanas a los espacios de base hasta el mundo, pasando por las regiones y
Estados nacionales”. Ver: CONTRIBUCIÓN DE LOUIS - JOSEPH LEBRET A UN HUMANISMO
ECONÓMICO Hugues Puel, mayo de 2015.
[19]
CELADIC (2007) Estudios No. 1 Diagnóstico Causal Latinoamericano. CELADIC.
(2009) Estudios No. 2 Un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano Integral.
CELADIC. (2009) Estudios No. 2 Un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano
Integral.: CELADIC (2007) Estudios No. 1 Diagnóstico Causal Latinoamericano.:
http://www.celadic.org/documentos/estudios/estudio1_diagnostico.pdf. CELADIC.
(2011) Estudios No. 3 Nuestra Identidad Cultural
Latinoamericana.:http://www.celadic.org/documentos/estudios/Estudio3.pdf.
[20] 17
Tercer Foro Mundial de Desarrollo Económico Local Turín 13-16 de octubre de
2015. Declaración final
[21] 18
4to Foro Mundial de Desarrollo Económico Local. Praia, Cabo Verde – 17-20
octubre 2017. Declaración Final
[22]
Louis Joseph Lebret, ya citado, fundó en 1941, en Francia, el Centro Economía y
Humanismo que desde entonces trabaja en múltiples actividades académicas y de
acciones concretas destinadas a fortalecer la relación entre ética y economía
incluyendo, como ya se anotó, temas fundamentales para el desarrollo local y
regional. En Uruguay funciona la Universidad Centro Latino para la Economía
Humana (CLAEH). Igualmente está activa la Red Internacional de Economía Humana
(RIEH)
[23] Carta
Encíclica “Alabado seas”.
[24]
Ver “El desarrollo como un proceso conversacional de construcción de capital
social”. Carlos Vignolo Friz, Christian Potocnjak Cabrera y Álvaro Ramírez
Alujas. Dirección de Investigación, Desarrollo y Publicaciones del Programa de
Habilidades Directivas (PHD) del Departamento de Ingeniería Industrial de la
Universidad de Chile.
“Sociotecnologia: innovación radical y construcción de
capital social para América Latina. Carlos Vignolo. 2012
[25] Ver
el libro clásico de Alexis de Toqueville: “La Democracia en América. 1835
[26] Ver:
Carlos Vignolo F. Socio tecnología: construcción de capital social para el
tercer milenio. Universidad de Chile. Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
Departamento de Ingeniería Industrial. Programa de Habilidades Directivas.
[i] He
aquí una síntesis de los 17 ODS y sus metas:
Objetivo 1. Fin de la pobreza. Poner fin a la pobreza
en todas sus formas en todo el mundo.
Metas:
1.1 Erradicar para todas las personas y en todo el
mundo la pobreza extrema (actualmente se considera que sufren pobreza extrema
las personas que viven con menos de 1,25 dólares de los Estados Unidos al día).
1.2 Reducir al menos a la mitad la proporción de
hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas
sus dimensiones con arreglo a las definiciones nacionales.
1.3 Implementar a nivel nacional sistemas y medidas
apropiados de protección social para todos, incluidos niveles mínimos, y lograr
una amplia cobertura de las personas pobres y vulnerables.
1.4 Garantizar que todos los hombres y mujeres, en
particular los pobres y los vulnerables, tengan los mismos derechos a los
recursos económicos y acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control
de la tierra y otros bienes, la herencia, los recursos naturales, las nuevas
tecnologías apropiadas y los servicios financieros, incluida la micro
financiación.
1.5 Fomentar la resiliencia de los pobres y las
personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad y reducir su
exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos relacionados con el clima
y otras perturbaciones y desastres económicos, sociales y ambientales.
1.6 Garantizar una movilización significativa de
recursos procedentes de diversas fuentes, incluso mediante la mejora de la
cooperación para el desarrollo, a fin de proporcionar medios suficientes y
previsibles a los países en desarrollo, para que implementen programas y
políticas encaminados a poner fin a la pobreza.
1.7 Crear marcos normativos sólidos en los planos
nacional, regional e internacional, sobre la base de estrategias de desarrollo
en favor de los pobres que tengan en cuenta las cuestiones de género, a fin de
apoyar la inversión acelerada en medidas para erradicar la pobreza.
Objetivo 2. Hambre 0. Poner fin al hambre, lograr la
seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura
sostenible.
Metas:
2.1 Poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas
las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones de
vulnerabilidad, incluidos los niños menores de 1 año, a una alimentación sana,
nutritiva y suficiente durante todo el año.
2.2 Poner fin a todas las formas de malnutrición,
incluso logrando, a más tardar en 2025, las metas convenidas internacionalmente
sobre el retraso del crecimiento y la emaciación de los niños menores de 5
años, y abordar las necesidades de nutrición de las adolescentes, las mujeres embarazadas
y lactantes y las personas de edad.
2.3 De aquí a 2030, duplicar la productividad agrícola
y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, entre otras
cosas mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos e
insumos de producción y a los conocimientos, los servicios financieros, los
mercados y las oportunidades para añadir valor y obtener empleos no agrícolas.
2.4 Asegurar la sostenibilidad de los sistemas de
producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten
la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los
ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático y
mejoren progresivamente la calidad de la tierra y el suelo.
2.5 Mantener la diversidad genética de las semillas,
las plantas cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus
correspondientes especies silvestres, entre otras cosas mediante una buena
gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas.
Objetivo 3. Salud y Bienestar. Garantizar una vida sana
y promover el bienestar para todos en todas las edades.
Metas.
3.1 Reducir la tasa mundial de mortalidad materna a
menos de 70 por cada 100.000 nacidos vivos.
3.2 Poner fin a las muertes evitables de recién nacidos
y de niños menores de 5 años, logrando que todos los países intenten reducir la
mortalidad neonatal al menos a 12 por cada 1.000 nacidos vivos y la mortalidad
de los niños menores de 5 años al menos a 25 por cada 1.000 nacidos vivos.
3.3 Poner fin a las epidemias del SIDA, la
tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir
la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades
transmisibles.
3.4 Reducir en un tercio la mortalidad prematura por
enfermedades no transmisibles mediante su prevención y tratamiento, y promover
la salud mental y el bienestar.
3.5 Fortalecer la prevención y el tratamiento del abuso
de sustancias adictivas, incluido el uso indebido de estupefacientes y el
consumo nocivo de alcohol.
3.6 Reducir a la mitad el número de muertes y lesiones
causadas por accidentes de tráfico en el mundo.
3.7 Garantizar el acceso universal a los servicios de
salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación familiar,
información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las
estrategias y los programas nacionales.
3.8 Lograr la cobertura sanitaria universal, incluida
la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud
esenciales de calidad y el acceso a medicamentos y vacunas inocuos, eficaces,
asequibles y de calidad para todos.
3.9 Reducir considerablemente el número de muertes y
enfermedades causadas por productos químicos peligrosos y por la polución y
contaminación del aire, el agua y el suelo.
Objetivo 4. Educación de calidad. Garantizar una
educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de
aprendizaje durante toda la vida para todos
Metas.
4.1 De aquí a 2030 asegurar que todas las niñas y todos
los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita,
equitativa y de calidad y producir resultados de aprendizaje pertinentes y
efectivos.
4.2 Asegurar que todas las niñas y todos los niños
tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación
preescolar de calidad, a fin de que estén preparados para la enseñanza
primaria.
4.3 Asegurar el acceso igualitario de todos los hombres
y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad,
incluida la enseñanza universitaria.
4.4 Aumentar considerablemente el número de jóvenes y
adultos que tienen las competencias necesarias, en particular técnicas y
profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento.
4.5 Eliminar las disparidades de género en la educación
y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la
formación profesional para todas las personas.
4.6 Asegurar que todos los jóvenes y una proporción
considerable de los adultos, tanto hombres como mujeres, estén alfabetizados y
tengan nociones elementales de aritmética.
4.7 Asegurar que todos los alumnos adquieran los
conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo
sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo
sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad
de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía
mundial y la valoración de la diversidad cultural.
4.8 Construir y adecuar instalaciones educativas que
tengan en cuenta las necesidades de los niños y las personas con discapacidad y
las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no
violentos, inclusivos y eficaces para todos.
4.9 Aumentar considerablemente la oferta de docentes
calificados, incluso mediante la cooperación internacional para la formación de
docentes en los países en desarrollo.
Objetivo 5. Igualdad de género. Lograr la igualdad
entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas.
Metas.
5.1 Poner fin a todas las formas de discriminación
contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo.
5.2 Eliminar todas las formas de violencia contra todas
las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y
la explotación sexual y otros tipos de explotación.
5.3 Eliminar todas las prácticas nocivas, como el
matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
5.4 Reconocer y valorar los cuidados y el trabajo
doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas
de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y
la familia, según proceda en cada país.
5.5 Asegurar la participación plena y efectiva de las
mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios
en la vida política, económica y pública.
5.6 Asegurar el acceso universal a la salud sexual y
reproductiva y los derechos reproductivos.
Objetivo 6. Agua limpia y saneamiento. Garantizar la
disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
Metas
6.1 De aquí a 2030, lograr el acceso universal y
equitativo al agua potable a un precio asequible para todos.
6.2 Lograr el acceso a servicios de saneamiento e
higiene adecuados
y equitativos para todos y poner fin a la defecación al
aire libre.
6.3 Mejorar la calidad del agua reduciendo la
contaminación, eliminando el vertimiento y minimizando la emisión de productos
químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad el porcentaje de aguas
residuales sin tratar y aumentando considerablemente el reciclado y la
reutilización sin riesgos a nivel mundial.
6.4 Aumentar considerablemente el uso eficiente de los
recursos hídricos en todos los sectores y asegurar la sostenibilidad de la
extracción y el abastecimiento de agua dulce para hacer frente a la escasez de
agua y reducir considerablemente el número de personas que sufren falta de
agua.
6.5 Implementar la gestión integrada de los recursos
hídricos a todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza,
según proceda.
6.6 Proteger y restablecer los ecosistemas relacionados
con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los
acuíferos y los lagos.
Objetivo 7. Energía asequible y no contaminante.
Garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para
todos.
Metas
7.1 De aquí a 2030, garantizar el acceso universal a
servicios energéticos asequibles, fiables y modernos.
7.2 Aumentar considerablemente la proporción de energía
renovable
en el conjunto de fuentes energéticas.
7.3 Duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia
energética.
7.4 Aumentar la cooperación internacional para
facilitar el acceso a la investigación y la tecnología relativas a la energía
limpia, incluidas las fuentes renovables, la eficiencia energética y las
tecnologías avanzadas y menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover
la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
Objetivo 8. Trabajo decente y crecimiento económico.
Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo
pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
Metas
8.1 Mantener el crecimiento económico per cápita de
conformidad con las circunstancias nacionales y, en particular, un crecimiento
del producto interno bruto de al menos el 7% anual en los países menos
adelantados.
8.2 Lograr niveles más elevados de productividad
económica mediante la diversificación, la modernización tecnológica y la
innovación, entre otras cosas centrándose en los sectores con gran valor añadido
y un uso intensivo de la mano de obra.
8.3 Promover políticas orientadas al desarrollo que
apoyen las actividades productivas, la creación de puestos de trabajo decentes,
el emprendimiento, la creatividad y la innovación, y fomentar la formalización
y el crecimiento de las microempresas y las pequeñas y medianas empresas,
incluso mediante el acceso a servicios financieros.
8.4 Mejorar progresivamente, la producción y el consumo
eficientes
de los recursos mundiales y procurar desvincular el
crecimiento económico de la degradación del medio ambiente.
8.5 Lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo
decente para todas las mujeres y los hombres, incluidos los jóvenes y las
personas con discapacidad, así como la igualdad de remuneración por trabajo de
igual valor.
8.6 Reducir considerablemente la proporción de jóvenes
que no están empleados y no cursan estudios ni reciben capacitación.
8.7 Adoptar medidas inmediatas y eficaces para
erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud
y la trata de personas y poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.
8.8 Proteger los derechos laborales y promover un
entorno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores, incluidos
los trabajadores migrantes, en particular las mujeres migrantes y las personas
con empleos precarios.
8.9 Elaborar y poner en práctica políticas encaminadas
a promover un turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la
cultura y los productos locales.
8.10 Fortalecer la capacidad de las instituciones
financieras nacionales para fomentar y ampliar el acceso a los servicios
bancarios, financieros y de seguros para todos.
Objetivo 9. Industria, Innovación e infraestructura.
Construir infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva
y sostenible y fomentar la innovación.
Metas
9.1 Desarrollar infraestructuras fiables, sostenibles,
resilientes y de calidad, incluidas infraestructuras regionales y
transfronterizas, para apoyar el desarrollo económico y el bienestar humano.
9.2 Promover una industrialización inclusiva y
sostenible y, aumentar significativamente la contribución de la industria al
empleo y al producto interno bruto.
9.3 Aumentar el acceso de las pequeñas industrias y
otras empresas, particularmente en los países en desarrollo, a los servicios
financieros, incluidos créditos asequibles, y su integración en las cadenas de
valor y los mercados.
9.4 Modernizar la infraestructura y reconvertir las
industrias para que sean sostenibles, utilizando los recursos con mayor
eficacia y promoviendo la adopción de tecnologías y procesos industriales
limpios y ambientalmente racionales.
9.5 Aumentar la investigación científica y mejorar la
capacidad tecnológica de los sectores industriales de todos los países, en
particular los países en desarrollo.
Objetivo 10. Reducción de las desigualdades en y entre
los países.
Metas
10.1 De aquí a 2030, lograr progresivamente y mantener
el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población a una tasa
superior a la media nacional.
10.2 Potenciar y promover la inclusión social,
económica y política de todas las personas, independientemente de su edad,
sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión o situación económica u otra
condición.
10.3 Garantizar la igualdad de oportunidades y reducir
la desigualdad de resultados, incluso eliminando las leyes, políticas y
prácticas discriminatorias y promoviendo legislaciones, políticas y medidas
adecuadas a ese respecto.
10.4 Adoptar políticas, especialmente fiscales,
salariales y de protección social, y lograr progresivamente una mayor igualdad.
10.5 Mejorar la reglamentación y vigilancia de las
instituciones y los mercados financieros mundiales y fortalecer la aplicación
de esos reglamentos.
10.6 Asegurar una mayor representación e intervención
de los países en desarrollo en las decisiones adoptadas por las instituciones
económicas y financieras internacionales para aumentar la eficacia, fiabilidad,
rendición de cuentas y legitimidad de esas instituciones.
Objetivo11. Ciudades y comunidades sostenibles. Lograr
que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros,
resilientes y sostenibles.
Metas
11.1 De aquí a 2030, asegurar el acceso de todas las
personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y
mejorar los barrios marginales.
11.2 Proporcionar acceso a sistemas de transporte
seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad
vial.
11.3 Aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y
la capacidad para la planificación y la gestión participativas, integradas y
sostenibles de los asentamientos humanos en todos los países.
11.4 Redoblar los esfuerzos para proteger y
salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo.
11.5 Reducir significativamente el número de muertes
causadas por los desastres, incluidos los relacionados con el agua, y de
personas afectadas por ellos, y reducir considerablemente las pérdidas
económicas directas.
11.6 Reducir el impacto ambiental negativo per cápita
de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la
gestión de los desechos municipales y de otro tipo.
11.7 Proporcionar acceso universal a zonas verdes y
espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las
mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad.
Objetivo 12 Producción y consumo responsables.
Metas
12.1 Aplicar el Marco Decenal de Programas sobre
Modalidades de Consumo y Producción Sostenibles, con la participación de todos
los países y bajo el liderazgo de los países desarrollados, teniendo en cuenta
el grado de desarrollo y las capacidades de los países en desarrollo.
12.2 De aquí a 2030, lograr la gestión sostenible y el
uso eficiente de los recursos naturales.
12.3 Reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per
cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir
las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas
las pérdidas posteriores a la cosecha.
12.4 Lograr la gestión ecológicamente racional de los
productos químicos y de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, y
reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo.
12.5 Reducir considerablemente la generación de
desechos mediante actividades de prevención, reducción, reciclado y
reutilización.
12.6 Alentar a las empresas, en especial las grandes
empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles.
12.7 Promover prácticas de adquisición pública que sean
sostenibles, de conformidad con las políticas y prioridades nacionales.
12.8 Asegurar que las personas de todo el mundo tengan
la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y
los estilos de vida en armonía con la naturaleza.
Objetivo 13. Acción por el clima. Adoptar medidas
urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
Metas
13.1 Fortalecer la resiliencia y la capacidad de
adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en
todos los países.
13.2 Incorporar medidas relativas al cambio climático
en las políticas, estrategias y planes nacionales.
13.3 Mejorar la educación, la sensibilización y la
capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio
climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta
temprana.
Objetivo 14. Vida submarina. Conservar y utilizar en
forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el
desarrollo sostenible.
Metas
14.1 De aquí a 2025, prevenir y reducir
significativamente la contaminación marina de todo tipo, en particular la
producida por actividades realizadas en tierra, incluidos los detritos marinos
y la polución por nutrientes.
14.2 Gestionar y proteger sosteniblemente los
ecosistemas marinos y costeros.
14.3 Minimizar y abordar los efectos de la
acidificación de los océanos, incluso mediante una mayor cooperación científica
a todos los niveles.
14.4 De aquí a 2020, reglamentar eficazmente la
explotación pesquera y poner fin a la pesca excesiva, la pesca ilegal, no
declarada y no reglamentada y las prácticas pesqueras destructivas, y aplicar
planes de gestión con fundamento científico a fin de restablecer las
poblaciones de peces en el plazo más breve posible, al menos alcanzando niveles
que puedan producir el máximo rendimiento sostenible de acuerdo con sus
características biológicas.
14.5 De aquí a 2020, conservar al menos el 10% de las
zonas costeras y marinas, de conformidad con las leyes nacionales y el derecho
internacional.
14.6 De aquí a 2020, prohibir ciertas formas de subvenciones
a la pesca que contribuyen a la sobrecapacidad y la pesca excesiva.
14.7 Aumentar los beneficios económicos que los
pequeños Estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados
obtienen del uso sostenible de los recursos marinos, en particular mediante la
gestión sostenible de la pesca, la acuicultura y el turismo.
Objetivo 15. Vida de ecosistemas terrestres. Promover
el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, luchar contra la
desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y frenar la
pérdida de la diversidad biológica.
Metas
15.1 De aquí a 2020, asegurar la conservación, el
restablecimiento y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y los
ecosistemas interiores de agua dulce y sus servicios, en particular los
bosques, los humedales, las montañas y las zonas áridas, en consonancia con las
obligaciones contraídas en virtud de acuerdos internacionales.
15.2 De aquí a 2020, promover la puesta en práctica de
la gestión sostenible de todos los tipos de bosques, detener la deforestación,
recuperar los bosques degradados y aumentar considerablemente la forestación y
la reforestación a nivel mundial.
15.3 De aquí a 2030, luchar contra la desertificación,
rehabilitar las tierras y los suelos degradados, incluidas las tierras
afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones, y procurar
lograr un mundo con efecto neutro en la degradación del suelo.
15.4 De aquí a 2030, asegurar la conservación de los
ecosistemas montañosos, incluida su diversidad biológica, a fin de mejorar su
capacidad de proporcionar beneficios esenciales para el desarrollo sostenible.
15.5 Adoptar medidas urgentes y significativas para
reducir la degradación de los hábitats naturales, detener la pérdida de
biodiversidad y, de aquí a 2020, proteger las especies amenazadas y evitar su
extinción.
15.6 Promover la participación justa y equitativa en
los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos y promover
el acceso adecuado a esos recursos, según lo convenido internacionalmente.
15.7 Adoptar medidas urgentes para poner fin a la caza
furtiva y el tráfico de especies protegidas de flora y fauna y abordar tanto la
demanda como la oferta de productos ilegales de flora y fauna silvestres.
15.8 De aquí a 2020, adoptar medidas para prevenir la
introducción de especies exóticas invasoras y reducir significativamente sus
efectos en los ecosistemas terrestres y acuáticos y controlar o erradicar las
especies prioritarias.
15.9 De aquí a 2020, integrar los valores de los
ecosistemas y la biodiversidad en la planificación, los procesos de desarrollo,
las estrategias de reducción de la pobreza y la contabilidad nacionales y
locales.
Objetivo 16. Paz, justicia e instituciones sólidas.
Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible,
facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces,
responsables e inclusivas a todos los niveles.
Metas
16.1 Reducir significativamente todas las formas de
violencia y las correspondientes tasas de mortalidad en todo el mundo.
16.2 Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y
todas las formas de violencia y tortura contra los niños.
16.3 Promover el estado de derecho en los planos
nacional e internacional y garantizar la igualdad de acceso a la justicia para
todos.
16.4 De aquí a 2030, reducir significativamente las
corrientes financieras y de armas ilícitas, fortalecer la recuperación y
devolución de los activos robados y luchar contra todas las formas de
delincuencia organizada.
16.5 Reducir considerablemente la corrupción y el
soborno en todas sus formas.
16.6 Crear a todos los niveles instituciones eficaces y
transparentes que rindan cuentas.
16.7 Garantizar la adopción en todos los niveles de
decisiones inclusivas, participativas y representativas que respondan a las
necesidades.
16.8 Ampliar y fortalecer la participación de los
países en desarrollo en las instituciones de gobernanza mundial.
16.9 De aquí a 2030, proporcionar acceso a una
identidad jurídica para todos, en particular mediante el registro de
nacimientos.
16.10 Garantizar el acceso público a la información y
proteger las libertades fundamentales, de conformidad con las leyes nacionales
y los acuerdos internacionales.
16.a Fortalecer las instituciones nacionales
pertinentes, incluso mediante la cooperación internacional, para crear a todos
los niveles, particularmente en los países en desarrollo, la capacidad de
prevenir la violencia y combatir el terrorismo y la delincuencia.
Objetivo 17. Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar
la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
Para que una agenda de desarrollo sostenible sea eficaz
se necesitan alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad
civil. Estas se construyen sobre la base de principios y valores, una visión
compartida y objetivos comunes que otorgan prioridad a las personas y al
planeta, y son necesarias a nivel mundial, regional, nacional y local.
Tiene 19 metas en los temas de finanzas, tecnología,
creación de capacidad en la planificación y proyectos, comercio, normativas,
sistemas de información, supervisión y rendición de cuentas y el
establecimiento de alianzas para el cumplimiento de estos objetivos y sus
metas.
FGC/04-2019