Cumpleaños ¿Feliz?

El domingo pasó sin pena ni gloria otro aniversario de Trujillo, con la excepción de la magnífica edición especial del Diario de los Andes, las notas históricas de El Tiempo, las referencias de diversas emisoras de radio y algunas redes sociales. Así pasó con la celebración de los 450 años de la fundación, con los 200 años de la creación de la provincia, con los 200 años de la Proclama de la Guerra a Muerte, los 200 años de la Batalla de Niquitao.

Desde hace tiempo, quizás desde los años conmemorativos de los 400 años de la fundación, no se celebran unas “fiestas patrias locales” como debe ser. Y eso que las más importantes efemérides se concentran en un solo día: el 9 de octubre. Un día como ese en 1557 se fundó la ciudad, en 1810 se separó de la provincia de Maracaibo y se creó como provincia autónoma. Son las fechas cimeras de la historia trujillana, a decir de don Mario Briceño Perozo.

Algo pasa en el alma trujillana que pasa sin ver sus cumpleaños. Cualquier persona cumpleañera algo hace: estrena una ropa, comparte una torta, hace un paseo y – sobre todo – hace un balance que lo que ha sido, lo que es y de lo que puede ser. Son oportunidades para uno pensarse. Las organizaciones hacen lo mismo. En la mayoría de los lugares se preparan con tiempo las actividades aniversarias. Países, regiones y ciudades se engalanan, festejan, abren exposiciones y ferias, inauguran obras, debaten sobre su realidad histórica y sobre su futuro.

En Trujillo nada pasa. El domingo 9 de octubre en la ciudad y en el estado nada pasó, aparte de lo ya señalado y las aburridas sesiones oficiales. Eso no es un buen síntoma. Algo le pasa al colectivo trujillano que no celebra sus dos nacimientos. Que no aprovecha sus dos fechas para encontrarse con lo mejor que es, con lo que fue y lo que puede llegar a ser. Parece que no hay tiempo ni para la nostalgia ni para los sueños.

Podemos culpar a la crisis de este desánimo, pero viene de tiempos atrás. Y tampoco es unánime. Hay gente que hace cosas maravillosas y tiene iniciativas, pero el colectivo no está contagiado de entusiasmo. Hay por aquí y por allá destellos de las maravillas que podemos ser y hacer en Trujillo, pero no hay una energía colectiva entusiasmada. Y eso no es bueno.

La tarea pendiente en muy grande, y pasa porque en cada corazón trujillano y en cada lugar de nuestra geografía renazca la esperanza y la fuerza de que un Trujillo mejor es posible. Tengo el convencimiento de que un puñado de personas cargadas de pasión por Trujillo, producirá el milagro de que nuestra tierra trujillana fuerce mejores realidades. Un puñado de trujillanos llenos de energía positiva hará el Trujillo posible.
Hago votos porque el 9 de octubre del año 2017 será una gran celebración, Dios mediante.

13 de octubre de 2016