Es evidente el impacto positivo que ha tenido en la comunidad trujillana, y más allá, la creación de la Universidad Valle del Momboy. Desde que abrió sus puertas como la URU – Extensión Valera y más tarde como la UVM, se mostró como un agente de transformación de la realidad, que exigía una institución universitaria comprometida con el desarrollo humano integral.
Abrió oportunidades de estudios de calidad en lugares donde la alternativa era quedarse sin estudios o emigrar. Valera por ejemplo no tenía estudios universitarios completos y la primera promoción de la URU – Valera en 1993 fue la primera vez la ciudad vio a sus hijos vestidos de toga y birrete, recibiendo unos títulos universitarios que habían iniciado en la propia ciudad hacía unos años. Miguel Ángel Burelli Rivas lo dijo emocionado en la Sesión Solemne del Concejo Municipal realizada para celebrar ese hecho: “Y aquí está el milagro de la voluntad, más sobre todo de la fe y la voluntad: Lo iniciaron unos cuantos desde Feval y lo completaron otros más que se esforzaron para dar remate a sus estudios. Los primeros deben ser recordados ad perpetuam rei memoriam por Valera. A los graduandos los aplaudimos y los impulsamos en esta impresionante ceremonia que Valera no conoció jamás y que es piedra miliar de su historia”.
Pero la experiencia de la Universidad no se reduce a la ya meritoria labor de formar profesionales. El proyecto era formar personas para contribuir a la transformación de la realidad trujillana, por ello adoptó un currículum integral que incorporaba además de la formación profesional, la de emprendedores, humanistas y gente con un adecuado desarrollo espiritual, y el conocimiento de los procesos que conducen al desarrollo humano integral y su compromiso con cada lugar de su propia tierra trujillana. De allí sus diversos componentes curriculares y sus numerosos eventos públicos de carácter formativo.
Además incorporando otras estrategias de formación que abrieran oportunidades diversas, como postgrados, cursos de extensión, formación de líderes, alfabetización tecnológica, promoción de la lectura, formación de maestros, los temas de identidad y compromiso con la trujillanidad, congresos científicos y tecnológicos y cientos de iniciativas de las cuales la comunidad es testigo. Una febril actividad de formación general ha marcado la fecunda trayectoria de la Universidad Valle del Momboy.
Pero el desafío era mucho mayor, pues la Universidad nacía con el compromiso en un Estado caracterizado por su escaso desarrollo relativo y el bajo nivel de ingreso de la mayoría de sus habitantes, entonces tendría que tener un modelo matricular incluyente, lo que significaba que la Universidad no tendría fines de lucro y la matrícula tendría que ser baja, con un generoso sistema de becas y descuentos, siempre dentro del modelo de gestión privada pues no se quería subsidios públicos. Así se asumió y se buscó en otras experiencias internacionales las ideas para ser adelantadas, pero no era fácil en un país casi sin experiencias en el mecenazgo, que además se hace difícil por las dificultades de las cargas impositivas que reciben los donantes. Total que se inició la experiencia basada en una gran creatividad, con cero distribución de utilidades, gastos modestos, administración impecable y un enorme compromiso de trabajo y lucha.
A 30 años de la creación de Feval, 28 de estudios universitarios y 20 de la UVM, Venezuela y Trujillo tiene enfrente una labor titánica y desinteresada de formación de personas competentes y emprendedoras, comprometidas con el desarrollo humano sustentable. No han sido pocas las dificultades, los errores, los días amargos y las incomprensiones, pero más han podido la fe y la voluntad -hijas del compromiso con el país- de excelentes equipos humanos que se han entregado a la construcción solidaria y generosa de esta comunidad universitaria.