Blog sobre desarrollo sostenible, desarrollo local, lugarización y sobre el estado Trujillo, Venezuela.
LA NOCHE DE LOS MUERTOS
LA NOCHE DE LOS MUERTOS
Francisco
González Cruz
La noche de los muertos fue la
del 1 al 2 de noviembre de 1902, cuando las tropas trujillanas, con el torso
desnudo, subieron con su famosa “carga a machete” las faldas del cerro El Copey
matando a todo aquel que tuviera ropa, y decidiendo con esa temeraria acción la
suerte de la batalla más numerosa, larga y sangrienta que registra la historia
de Venezuela. Del lado de la Revolución Libertadora lucharon 16.000 personas,
del lado del gobierno 9.000, y en el campo quedaron 3.000 muertos. Allí se
consolidó la dictadura del General Cipriano Castro, que luego dio continuidad
el General Juan Vicente Gómez hasta 33 años después.
La Revolución Liberal
Restauradora había llevado a Castro y Gómez, al poder en 1899, con su ejército
predominantemente andino, pero se enfrentaban a numerosas reacciones armadas de
diversa naturaleza. A principio del año 1902 dos núcleos de oposición se
consolidaban al oriente y al occidente del país, con los militares más
prestigiosos, modernos pertrechos y abundantes recursos. La unión de estos dos
frentes representaba una seria amenaza a los andinos, y a pesar de los
esfuerzos del gobierno, los dos ejércitos se reúnen en Villa de Cura. Castro y
Gómez deciden concentrarse en La Victoria para enfrentarlos.
El ejército de la revolución
libertadora decide combatir al ejército de la revolución liberal restauradora,
en el poder, allí donde se encuentran. Y todas las fuerzas de uno y otro bando
inician lo que sería su batalla decisiva el 13 de octubre. El general Manuel
Antonio Matos, jefe supremo de la libertadora, tiene entre sus generales a
Domingo Monagas, Luciano Mendoza, Lorenzo Guevara, Pedro Pérez Crespo, Juan
Palacios, Nicolás Rolando, Zoilo Vidal, Gregorio Segundo Riera, Amábile
Solagnie, Gregorio Cedeño y Luis Crespo Torres, entre otros. Cipriano Castro
comanda las tropas del gobierno con los generales Juan Vicente Gómez, Leopoldo
Baptista, Bautista Ferrer, Francisco Linares Alcántara (h), Pedro María
Cárdenas, Modesto Castro, Régulo Olivares, Román Moreno, Ovidio Pérez
Bustamante. Emilio Ríos, Rafael González Pacheco, entre otros.
Tres semanas de combates van
diezmando ambos ejércitos, sin decidirse la victoria, hasta que se pone en práctica
una táctica ideada por Leopoldo Batista, que culmina con el asalto de las
tropas trujillanas, a machetazos, a las tropas de Matos en el cerro El Copey,
esa noche de los muertos del 2 de noviembre. El día de los muertos de 1902 se
le da continuidad a la larga tradición venezolana de autocracias militaristas
que aún no culminan.
FGC/2020
Un pueblo: Isnotú, un niño: José Gregorio
Un pueblo: Isnotú, un niño: José Gregorio
Isnotú recibió una bendición del Altísimo: ser la tierra natal de José Gregorio Hernández. Allí nació el 26 de octubre de 1864, y allí se crío, y a él retornó por un tiempo cuando se graduó de médico. En esta geografía donde atemperan las altas serranías andinas para dejar ver el pie de monte, el espejo del lago de Maracaibo y el relampaguear del Catatumbo, de suave clima y grato verdor, conformó su carácter. Del amor y la dedicación de su madre Josefa Antonia, de Benigno su padre, de sus tías paternas María Luisa Hernández y Sor Ana Josefa del Sagrado Corazón de Jesús, del maestro don Pedro Celestino Sánchez, de su padrino el presbítero Francisco de Paula Moreno y de los vecinos, recibió su educación inicial. Era una comunidad amorosa, religiosa y culta en medio del ambiente tranquilo, pero con el movimiento que daban los arrieros y viajeros que subían o bajaban gracias al tráfico del puerto de La Ceiba.
El nombre de este centro poblado se debe a que allí residían los isnotuyes, grupo indígena de la familia de los escuqueyes de la nación Cuica. De clima fresco, está a una altitud de 726 metros sobre el nivel del mar. Es un lugar de pie de monte que sintetiza en su clima, flora y fauna elementos de las tierras altas y de las zonas bajas, dando una enorme diversidad, donde predominan las selvas siempre verdes de tupidos sotobosques y variada fauna. El trabajo humano sembró cafetales, cañamelares, cacaotales y diversos frutales, y maíz y caraotas. Crio ganado y aves de corral. Y construyó trilladoras y trapiches, talleres artesanales, comercios y posadas. Y trazó calles y plazas, edificó un templo y fundó escuelas.
Políticamente Isnotú era capital del Municipio Libertad del Distrito Betijoque, hoy es capital de la Parroquia José Gregorio Hernández del Municipio Betijoque, que le habían cambiado el nombre por Rafael Rangel y ahora tiene otra vez el antiguo nombre. El primer censo nacional de 1873 registra en Isnotú (parroquia Libertad) 756 habitantes, actualmente unos 6.000. En esos tiempos Isnotú era uno de los pocos pueblos trujillanos que tenía dos escuelas, una era la de del maestro Pedro Celestino Sánchez, un marino de profesión nativo de Maracaibo. Tiene una Iglesia dedicada a su patrona la Virgen del Rosario.
Allí, por el año 1862, se instalaron los boconeses Benigno Hernández Manzaneda, su hermana María Luisa y su prometida nativa de Pedraza de Barinas Josefa Antonia Cisneros Mancilla, para conformar su hogar. Y encontraron la paz y el sosiego que buscaron, luego de su partida las tierras llaneras azotadas por la cruel Guerra Federal. Aunque en estas tierras trujillanas también había sus montoneras.
Benigno, que era un buen emprendedor, ve allí la oportunidad de instalar los negocios que le permitieran ganarse honestamente su vida y la de los suyos. Establece una pulpería que rápidamente prospera, la amplía con un expendio de medicinas y luego una posada. Luego adquiere otras propiedades en los alrededores y una pequeña finca en Cheregüé, en la Zona Baja, para la cría de ganado. Los Hernández Cisneros ven crecer la familia con los 6 hijos: 3 varones y 3 mujeres. También crece su red de relaciones. Josefa Antonia se gana el cariño de todos por sus obras de caridad, su educación, amabilidad y religiosidad, al igual que María Luisa. Benigno es un próspero comerciante reconocido por su honorabilidad, el buen trato a la gente y su generosidad.
La comunidad isnotuense aprecia mucho a esa familia, como lo demuestra la conmoción y el duelo que sufrió cuanto a la muerte de Josefa Antonia el 28 de agosto de 1872. Dos días después, el 30 de agosto, un numeroso grupo de personas asiste al sepelio y circula un escrito que dice: “Por doquier de oyen los gemidos de un pueblo afligido que rodea su cadáver pagando un tributo de gratitud: el uno lamenta la pérdida de su consoladora; la otra llora sin consuelo a su medianera; el huérfano expresa su dolor ante la pérdida de su protectora; la viuda el auxilio a su necesidad; el pobre a la que socorría su miseria”. Igualmente, cuando el 8 de marzo de 1890 muere Benigno, su entierro fue otra manifestación de aprecio de esa comunidad, de Betijoque, Escuque, Sabana de Mendoza y sus alrededores, pues era un excelente ciudadano, trabajador y cristiano ejemplar. José Gregorio se entera en París.
El 16 de noviembre Benigno Hernández se casa en Boconó con María Hercilia Escalona Hidalgo, quien se integra al hogar en la casa de Isnotú, fue cariñosa con los hijos del anterior matrimonio. Igualmente lo hace crecer con 6 hijos más, 4 mujeres y 2 varones.
Todas las teorías sobre la personalidad coinciden en la importancia de los primeros años en la conformación de lo que luego desplegará una persona humana. De la calidad de la gestación, los primeros meses y luego la pubertad, son los tiempos definitivos, que luego irá puliendo la vida adulta. Esos días los pasó el niño José Gregorio en ese pueblo de Isnotú.
Le educación inicial se la debe este niño a su madre Josefa Antonia que era una verdadera santa, muy buena gente y preparada, a su tía María Luisa también una mujer ejemplar, y a su padre Benigno que era un hombre cabal, trabajador y emprendedor. Todos constituían una familia armoniosa, espiritual, religiosa y muy comprometida con la comunidad local. También a su padrino el presbítero Francisco de Paula Moreno.
Sus estudios elementales formales los recibe en la escuela del maestro Pedro Celestino Sánchez, un marino de profesión nativo de Maracaibo, que habiendo sufrido un naufragio se retiró a Isnotú y recibió autorización para fundar ese plantel. Es de imaginarse allí un ambiente lleno de anécdotas y relatos de tierras lejanas, con un maestro de mucha experiencia y con una creativa metodología de enseñanza.
En medio de ese pueblo y ese hogar nació y creció el niño José Gregorio. De este pueblo se fue el 6 de febrero de 1878, a los 14 años, y a este pueblo regresó el 12 de septiembre de 1888, a los 24 años, graduado de médico. Se instala en su casa natal, donde los espera Benigno, su nueva esposa María Hercilia Escalona Hidalgo, sus hermanos, la tía María Luisa y encuentra el calor familiar de la infancia. Y una comunidad que lo recibe con expectativas. Allí organiza el consultorio, aunque su costumbre ya era visitar a sus enfermos, en una especie de vocación de médico familiar. Se impone una rutina de visitarlos diariamente, luego de sus oraciones, desde las 7:00 de la mañana en Isnotú, sale a caballo a atender a los de Betijoque, regresa a almorzar en Isnotú, lee hasta las 3:00 y nueva visita a los enfermos de los dos centros poblados y alrededores, a las 6:00 en casa a la tertulia familiar y a la lectura. Produce una intensa correspondencia con su amigo y colega Santos Aníbal Dominici y otras amistades, y por este medio solicita y recibe libros y revistas de medicina, comenta sus casos y requiere opiniones, expone los asuntos cotidianos y se pone al día con los temas universitarios y de la medicina en Caracas.
José Gregorio Hernández es un activo ciudadano tanto en Betijoque que es la capital municipal y en su pueblo de Isnotú. El Concejo Municipal lo designa “Médico del Pueblo” y tomas diversas iniciativas para la mejora de los pobladores, entre otra la construcción del acueducto.
El 18 de septiembre escribe: “Mis enfermos se han puesto buenos, aunque es tan difícil curar a la gente de aquí, porque hay que luchar contra las preocupaciones y ridiculeces que tienen arraigadas: creen en el daño, en las gallinas y las vacas negras, en los remedios que hacen diciendo palabras misteriosas: en suma, yo no sabía que estábamos tan atrasados en estos países”. El 5 de noviembre escribe: “Ya he comenzado a gustar de las bellezas que tiene la profesión por estos lugares…”.
Visita a Valera, Boconó, Niquitao y otros lugares. Luego de pasar la Navidad con su familia emprende viaje a Mérida en compañía de su cuñado y un ayudante. Visita a Valera donde se detienen y sus amigos lo desmontan y lo comprometen a un baile que organizan para esa noche. Ya había tomado gusto de bailar con las valeranas y lo hace hasta altas horas de la noche, en la madrugada montan las mulas para llegar a Timotes y al otro día parten a Mérida, llegan a la ciudad serrana y se hospedan en la hacienda “La Isla” del escuqueño José Ignacio Lares al lado del río Albarregas y se quedan por 5 días hasta el Año Nuevo, en gratos encuentros con amigos y colegas, bailando y conociendo la ciudad. El 2 de enero salen hacia Ejido, pasan por San Juan de Lagunillas, Lagunillas y pernoctan en Estanques. Al otro día suben hacia Santa Cruz de Mora, Tovar y Bailadores, pasan el páramo de La Negra y llegan a La Grita para hospedarse allí en el prestigioso Colegio Sagrado Corazón de Jesús fundado y dirigido por Mons. Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Va a Colón y Michelena.
El día 29 de enero ya se encuentra en Isnotú, reintegrado a sus múltiples actividades. José Gregorio lee mucho y descubre en unos baúles viejos libros de teatro y cultura francesa, escribe y pinta dos cuadros al óleo, uno del Sagrado Corazón de Jesús y otro de Nuestra Sra. del Sagrado Corazón. Se mantiene al día con revistas médicas, con los asuntos de la Universidad y con algunos planes de modernización de la medicina en Caracas. Alimenta desde estudiante la idea de realizar estudios de especialización en Francia, capital mundial de la medicina experimental en esos días, con la Universidad de París y el Instituto Pasteur a la cabeza.
Su obra clínica la desarrolla en este ambiente rural, cuya población sufre de enfermedades que son consecuencia de un ambiente de pobreza e insalubridad: desnutrición, fiebre tifoidea, diarreas, tuberculosis, paludismo, venéreas e infecciones diversas. Atiende heridas y fracturas, envenenamientos, partos y toda clase de emergencias. Aún a media noche, en medio de tempestades, a lomo de mula, va a casa de sus pacientes o les presta atención a cualquier hora a quienes acuden a su casa; a niños y ancianos, mujeres y hombres.
Su papá Benigno y su mamá Josefa Antonia se vinieron del llano a estas montañas trujillanas, huyendo de la guerra federal y buscando la paz que aquí se respiraba, pero ahora eran tiempos de caudillos y de pleitos sin fin entre godos y lagartijos, es decir conservadores y liberales que en el fondo eran lo mismo: gente buscando el poder para servirse de él. Esos hombres a caballo con su peonada a pié, se mataban unos con otros, mientras la mayoría se entregaba al trabajo creador cultivando café y caña de azúcar, cacao y maíz, criando algún ganado y temiendo a la recluta. Y las familias trujillanas entregadas a la crianza de los muchachos al albur de estas irracionales divisiones.
El 18 de febrero le escribe a su amigo Santos Aníbal Dominici: “Por fin como que va a suceder lo que tanto habíamos temido: me dijo un amigo que en el Gobierno de aquí se me ha marcado como godo y que se está discutiendo mi expulsión del Estado, o más bien si me enviarían preso a Caracas; yo pensaba escribirle a tu papá para que me aconsejara en qué lugar de Oriente podré situarme, porque es indudable que lo que quieren conmigo es que me vaya de aquí…” (Este párrafo lo escribe en idioma alemán, por prudencia). El Gobernador de la Sección Trujillo era el General Rafael Linares, “liberal de vieja sepa” como lo calificó el historiador Arturo Cardozo.
El mismo 18 de febrero le escribe a su profesor el Doctor Calixto González donde le exponía todo lo acontecido a nivel personal, profesional y político, dejando claro que se iría a Caracas a resolver con coraje esas oscuras amenazas.
El 3 de abril de 1889 parte a Caracas siguiendo el trayecto acostumbrado, que incluía mula hasta Sabana de Mendoza, tren hacia el puerto de La Ceiba, viaje en piragua por el Lago hasta Maracaibo, luego en barco hasta la isla de Curazao, Puerto Cabello y La Guaira para llegar finalmente en tren a la estación Caño Amarillo de la Capital. “Aquí estamos para recibir al godo de los Andes” le dijo Santos Aníbal Dominici al recibirlo.
El 8 de octubre de 1899 Isnotú es el teatro de operaciones de la batalla más sangrienta de toda la historia del estado Trujillo, entre las fuerzas del doctor y general Leopoldo Batista y el doctor y general Rafael González Pacheco. En sus calles quedan 300 muertos y 700 heridos. Ese año, el 14 de agosto, el Dr. José Gregorio Hernández designó Preparador de la Cátedra de Fisiología al Br. Rafael Rangel, en cuyo cargo permanece hasta el 1 de abril de 1903, cuando renuncia para ocupar la jefatura del Laboratorio del Hospital Vargas. José Gregorio no volvió más a Isnotú y poco a poco se llevó a su familia.
TRISTEZA
TRISTEZA
Francisco González Cruz
Desde hace algunos años
en el mundo se mide el Índice de Felicidad[1], en el que Venezuela ocupa
uno de los últimos lugares. Si se midiera el Índice de Tristeza ¿cuál posición
ocuparía? Porque los términos no son exactamente antónimos, pero pueden dar una
pista.
La felicidad es un
sentimiento de estabilidad emocional, que tiene que ver mucho con una familia
amorosa, una comunidad grata, una sensación de seguridad y bienestar, expectativas
de vida sana, calidad de las relaciones sociales, grados de libertad,
estabilidad laboral y otras circunstancias más o menos estables. La felicidad
es la síntesis de muchos factores y procesos favorables. Cuando una persona,
una familia o una sociedad es feliz, la tendencia es al optimismo, al
emprendimiento, a la solidaridad y a vivir a plenitud en el presente y con
seguridad del futuro.
La tristeza es un
sentimiento generalmente muy temporal. Es un estado de ánimo o una sensación
que tiene que ver con la pérdida de un ser querido, una decepción amorosa, una
expectativa no cumplida, es decir, con un evento, o varios, pero las causas de
la tristeza no son permanentes, porque entonces se entra en una situación de depresión.
Lo contrario de la tristeza es la alegría.
Más allá de estas
disquisiciones necesarias para entrar al tema, si Venezuela ocupa uno de los
últimos lugares en el Índice de Felicidad, y la tendencia de los últimos años
es a bajar aún más, ¿qué decir sobre la tristeza en Venezuela? Quizás la fuente
más importante de tristeza en Venezuela, en los últimos años, ha sido la
pérdida de un ser querido por efecto de la emigración. Somos muchos los
venezolanos que han llorado por el viaje de familiares y amigos. Nuestros
terminales de pasajeros y aeropuertos se convirtieron en los lugares donde más
lágrimas se han derramado, sintiendo con el corazón arrugado el desgarramiento
de la familia y del entorno de las amistades más queridas.
Otra fuente de tristeza
es la nostalgia por las significativas pérdidas que han representado, con los
cuartos vacíos, los juguetes guardados, la ropa colgada, la tertulia
suspendida. Y esa nostalgia instalada que tan duramente golpea, a veces con más
lágrimas y otras veces, asomando una sonrisa que viene del recuerdo. Otras
fuentes de tristeza son por los muertos en la violencia, los presos y los
enfermos. Las pérdidas económicas, el negocito cerrado, la finca abandonada, el
trabajo perdido.
Si sumáramos al estado
de infelicidad el estado de tristeza, Venezuela alcanzaría una posición que no
creo encuentre una palabra que la defina, un concepto. Pero la mayoría de los
venezolanos sentimos que no somos felices, y que los períodos de tristeza son
largos y frecuentes.
Muchos abrigamos que
vengan los momentos de alegría que producirán el retorno de los parientes y los
amigos, la libertad de los presos, la recuperación del ingreso y de la
esperanza. El sólo cambio de este régimen malvado nos producirá explosiones de
alegría, pues permitirá iniciar el camino de construir felicidad.
FGC/2020
[1] World Happiness Report 2020 Editors:
John F. Helliwell, Richard Layard, Jeffrey D. Sachs, and Jan-Emmanuel De Neve.
ÍTACA EN REVERSA
ITACA EN REVERSA
Francisco González Cruz
El famoso poema Ítaca
de C. P. Cavafis invita a emprender el viaje sin apremios, seguro de que todo
lo ganado en el viaje valdrá la pena, de manera que, al llegar a tu destino,
estarás satisfecho. El viaje de los venezolanos se inició hace 20 años, y a lo
largo del camino todo ha sido pérdida: perdimos la libertad, la democracia, la
república, la educación, la economía y tantas otras cosas. Quizás hemos ganado
la experiencia y el conocimiento del camino que jamás debimos a emprender.
Lo peor del camino es
que no tuvimos la esperanza de una Ítaca adonde llegar, un sueño que alcanzar o
una visión por construir, sino la realidad de una banda de delincuentes que se
encontraron con un país rico al cual saquear, y a ello se dedicaron con una
pavorosa habilidad.
Se puede volver a
emprender el camino de Ítaca, no lo dudo. Podemos iniciar un nuevo camino a la
Venezuela posible. Pero de lo que sí estoy convencido es que ese camino será largo
y su lento su recorrido, porque cada paso tiene que estar marcado justamente
por las virtudes que nos apartaron de la ruta correcta, con base a un serio
cambio cultural de cada uno de nosotros y de todos como colectivo. “Si tu pensar es elevado, si selecta es la
emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo” nada tenemos que temer.
“Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues - ¡con qué placer y alegría! -
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas”.
C.P. Cavafis.