TRISTEZA
Francisco González Cruz
Desde hace algunos años
en el mundo se mide el Índice de Felicidad[1], en el que Venezuela ocupa
uno de los últimos lugares. Si se midiera el Índice de Tristeza ¿cuál posición
ocuparía? Porque los términos no son exactamente antónimos, pero pueden dar una
pista.
La felicidad es un
sentimiento de estabilidad emocional, que tiene que ver mucho con una familia
amorosa, una comunidad grata, una sensación de seguridad y bienestar, expectativas
de vida sana, calidad de las relaciones sociales, grados de libertad,
estabilidad laboral y otras circunstancias más o menos estables. La felicidad
es la síntesis de muchos factores y procesos favorables. Cuando una persona,
una familia o una sociedad es feliz, la tendencia es al optimismo, al
emprendimiento, a la solidaridad y a vivir a plenitud en el presente y con
seguridad del futuro.
La tristeza es un
sentimiento generalmente muy temporal. Es un estado de ánimo o una sensación
que tiene que ver con la pérdida de un ser querido, una decepción amorosa, una
expectativa no cumplida, es decir, con un evento, o varios, pero las causas de
la tristeza no son permanentes, porque entonces se entra en una situación de depresión.
Lo contrario de la tristeza es la alegría.
Más allá de estas
disquisiciones necesarias para entrar al tema, si Venezuela ocupa uno de los
últimos lugares en el Índice de Felicidad, y la tendencia de los últimos años
es a bajar aún más, ¿qué decir sobre la tristeza en Venezuela? Quizás la fuente
más importante de tristeza en Venezuela, en los últimos años, ha sido la
pérdida de un ser querido por efecto de la emigración. Somos muchos los
venezolanos que han llorado por el viaje de familiares y amigos. Nuestros
terminales de pasajeros y aeropuertos se convirtieron en los lugares donde más
lágrimas se han derramado, sintiendo con el corazón arrugado el desgarramiento
de la familia y del entorno de las amistades más queridas.
Otra fuente de tristeza
es la nostalgia por las significativas pérdidas que han representado, con los
cuartos vacíos, los juguetes guardados, la ropa colgada, la tertulia
suspendida. Y esa nostalgia instalada que tan duramente golpea, a veces con más
lágrimas y otras veces, asomando una sonrisa que viene del recuerdo. Otras
fuentes de tristeza son por los muertos en la violencia, los presos y los
enfermos. Las pérdidas económicas, el negocito cerrado, la finca abandonada, el
trabajo perdido.
Si sumáramos al estado
de infelicidad el estado de tristeza, Venezuela alcanzaría una posición que no
creo encuentre una palabra que la defina, un concepto. Pero la mayoría de los
venezolanos sentimos que no somos felices, y que los períodos de tristeza son
largos y frecuentes.
Muchos abrigamos que
vengan los momentos de alegría que producirán el retorno de los parientes y los
amigos, la libertad de los presos, la recuperación del ingreso y de la
esperanza. El sólo cambio de este régimen malvado nos producirá explosiones de
alegría, pues permitirá iniciar el camino de construir felicidad.
FGC/2020
[1] World Happiness Report 2020 Editors:
John F. Helliwell, Richard Layard, Jeffrey D. Sachs, and Jan-Emmanuel De Neve.