“EL TIEMPO Y EL ESPACIO EN EL CAMINO DEL FUTURO” “Sobre la importancia de la historia y la geografía en el desarrollo humano integral”



 “EL TIEMPO Y EL ESPACIO EN EL CAMINO DEL FUTURO”[1]
“Sobre la importancia de la historia y la geografía en el desarrollo humano integral”

LAS IDEAS CENTRALES:
1.- LA IMPORTANCIA DE LOS RELATOS.
2.- DE LO LOCAL A LO GLOBAL. LUGARIZACIÓN.

INTRODUCCIÓN
Comencemos como debemos comenzar los profesores: por las buenas preguntas. Por las preguntas poderosas que son aquellas que obligan al pensamiento a trabajar en profundidad, que invita a reflexionar y desafían a encontrar el conocimiento o a que emerja la sabiduría que está allí bajo la superficie.
Por ejemplo: ¿Para qué aprender geografía e historia? O ¿Por qué aprender geografía e historia? o mejor ¿Cómo puede la geografía y la historia contribuir más y mejor  al bienestar humano? También ya en el marco de nuestros lugares: ¿Cómo los relatos históricos predominantes en Trujillo alimentan los cambios positivos hacia un mejor desarrollo, o cómo los limitan? ¿Cómo el conocimiento de nuestra entrañable geografía puede estimular la innovación y el espíritu emprendedor para construir el Trujillo Posible?
Hay muchas otras, como las referidas a los temas de este Congreso: ¿Cómo se enseña geografía e historia? O mejor ¿Cómo se aprende geografía e historia? Y los profesores ¿Cómo debemos enseñar geografía e historia?,  ¿Cómo debemos conducir el aprendizaje de la geografía y la historia?
El primer grupo de preguntas van por el rumbo que señala la convocatoria de este Congreso: “de forma significativa se darán ponencias que refuercen y promuevan el potencial geográfico e histórico  del estado Trujillo, así como sus limitaciones, evolución en el tiempo, visibilidad en estas y otras latitudes”.
1.- LA IMPORTANCIA DE LOS RELATOS.
La velocidad y la profundidad de los cambios que vive la humanidad ponen en peligro las seguridades y serenidades que son fruto de la identidad, del arraigo y de ciertas certezas elementales. Si se suman a esta “modernidad líquida” como la llamaba  Zygmunt Bauman[2] los problemas relacionados con sociedades que descuidan o tergiversan su memoria, que desconocen su geografía, que ignoran su pasado y no tienen previsiones para el futuro, el asunto cobra una gravedad  mayor. Al punto tal que - siguiendo con Bauman -   la búsqueda de la identidad es la tarea y la responsabilidad vital del sujeto, y esta empresa de construirse a sí mismo constituye al mismo tiempo la última fuente de arraigo”.
Son muchos y diversos los elementos y factores implicados en esta “crisis identitaria” que nos agobia, aquí toca resaltar fundamentalmente dos dimensiones fundamentales: las relacionadas  con el olvido, la fragmentación de la memoria o su manipulación. También con el desarraigo espacial, con la pérdida de referencias territoriales o – mejor dicho – geográficas.
El olvido, sobre todos de los procesos que han modelado el perfil de nuestra comunidad (local, nacional, mundial) hace que las raíces que puedan explicar la realidad para poder comprenderla y afirmarla o cambiarla, no se encuentren. Peor aún es que – conociéndolas – se manipulen, mediaticen o se conviertan en mentiras que conducen a sociedades desmemoriadas, condenadas como en el “Mito de Sísifo” [3] a repetir una y otra y otra vez los mismos errores.
Hay sociedades que pagan caro este déficit de memoria colectiva, esta  pérdida de tradiciones y de  los relatos fundamentales que perfilan su carácter, al perder la continuidad de lo que son, de su identidad, entonces esa discontinuidad provoca las rupturas generacionales, la pérdida del diálogo entre los líderes, los viejos y los jóvenes, y la dificultades para entenderse y acordar caminos comunes y compartidos. 
Con el tema espacial pasa algo parecido. El desconocimiento del lugar genera desarraigo y hace que se pierda esa sensación de seguridad y confianza que es la principal función del “nicho” donde se vive y se convive. No se conocen sus montañas, ni sus ríos, ni siquiera el nombre de sus árboles que sombrean ni de las aves que cantan. Pero tampoco la capacidad del lugar de sostener a su propia gente, y a otros que viven mucho más allá. No hay ni idea de donde vienen los alimentos, cómo se producen,  las manos que siembran y cosechan, transforman y comercializan. Se  vive en un lugar desconocido, que no significa nada hasta que se pierde, y nace entonces el desarraigo y la nostalgia. Y la gente queda en el desamparo, buscando en falsas ilusiones una cierta certidumbre.
Nos lo recuerdo el Cardenal Bergoglio - hoy Papa Francisco - “Se pierde la dimensión identitaria del hombre con su entorno, su terruño, su comunidad. La ciudad va poblándose de “no-lugares”, espacios vacíos sometidos exclusivamente a lógicas instrumentales, privados de símbolos y referencias que aporten a la construcción de identidades comunitarias”.[4] Y el filósofo José Antonio Marina  dice que “La globalización está provocando un obsesivo afán de identidad, que va a provocar muchos enfrentamientos. Nuestras cabezas se mundializan, pero nuestros corazones se localizan[5]
El nuevo presidente de Francia Emmanuel Macron ha tomado cartas es este asunto cuando afirma “No hay comunidad, no hay nación sin un consenso mínimo sobre la propia historia” y ha colocado la memoria colectiva en el centro de su proyecto político.  Designó un consejero especial para los temas de identidad, se trata del Comunicador Sylvain Fort quien afirma: “La memoria no es simplemente una manera de contemplarse en el espejo del propio pasado: es una manera de inventar el futuro”.
Otra referencia reciente: EL PAÍS, diario de español,  impulsa un gran diálogo con el ciclo ‘España 40-40’ para celebrar los 40 años de democracia. Esa nación, sostienen, sufre una crisis de identidad y necesita preguntarse "qué es ser español" para afirmar: "Falta el relato de España". "Cuanto más globalizado el mundo, más necesita la gente pertenecer a una nación, una patria, una familia un grupo", reflexiona Manuel Valls, ex primer ministro de Francia. Participan en la conversación, además de Valls de Manuel Valls Moisés Naim, escritor y columnista de EL PAÍS; Alan D. Solomont, presidente de la Cámara de Comercio España–Estados Unidos; Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes; Rodrigo Cortés, director de cine, y Rafael Moneo, arquitecto ganador del premio Pritzker. Marta Fernández, periodista de EL PAÍS, es la moderadora.
No está fuera de lugar este Congreso, todo lo contrario, “la cultura del lugar está en el horizonte de los paradigmas del futuro” decía el economista marroquí Hassan Zaoual.[6]

Otra mirada.
Hay otro aspecto de estos asuntos que es importante tocar. Se trata de la “realidad objetiva” y de otras formas de mirar la realidad. Para ello es conveniente acercarse a la tesis del físico cuántico estadounidense David Bohm[7]. Una de sus ideas más potentes es que la realidad tiene dos caras, una pertenece al orden explicado y otra al orden implicado, se podría decir que la primera es la realidad objetiva o evidente, la otra es la realidad implicada, o no-manifestada, o potencial. Pero la otra realidad, la implicada o no manifestada, pertenece a un orden más profundo y menos evidente, depende más del orden de lo posible, de otras miradas que no están en la realidad objetiva, de unas observaciones menos mecanicistas y más integrarles.
David Bohn fue un físico estadounidense que  sostuvo que en el universo existe un orden implicado que para él es el todo indivisible, en las que todas las cosas están envueltas, lo no-manifestado. Las conexiones de este orden nada tienen que ver con la localidad en tiempo y espacio, tienen que ver, más bien, con una cualidad diferente que él denominó envolvimiento. Existe, además, el orden explicado, que es la descripción de la realidad tal y como se nos manifiesta desde la observación. De tal manera que el mundo sensible es la manifestación de una energía, de un orden más profundo y de una realidad inconmensurable, el orden implicado. El potencial cuántico que Bohm postula en la interpretación causal es el orden implicado, el cual es una realidad indivisible, e infinitamente profunda, cuya naturaleza se extiende desde la física hacia la filosofía, la biología y la religión. Obviamente a la geografía y a la historia.
Existe una geografía explicada, evidente, llamémosla “objetiva”. Está allí para los de mirada simple. Pero existe una geografía que no es tan obvia y que está en espera de ser descubierta, o de que miradas de personas audaces la hagan emerger.
Existe igualmente lo que llamaría la Historia obvia, la evidente, la que está en los textos tradicionales, muchos de ellos muy valiosos. Generalmente está representada en un listado de fechas y personajes, sucesos y conmemoraciones que no van a fondo de los procesos que los hicieron posibles. O a los personajes fundamentales que aún permanecen invisibles, generalmente ocultos por el brillo de las charreteras. Quizás faltan relatos que nos orienten mejor en la explicación de quienes somos, porqué estamos aquí en tiempo y lugar, y cuáles son los caminos posibles.

2.- DE LO LOCAL A LO GLOBAL. LUGARIZACIÓN.
Los lugares, a partir de esta revolución científico-tecnológica, ya no son los mismos. Adquieren una nueva naturaleza. Unos nuevos e inusitados desafíos. “La geografía es la ciencia de los lugares”, decía algunos de los fundadores de la geografía moderna. Pues entonces este tema de la “lugarización” como expresión de la nueva realidad de los lugares globalizados, debe ser un tema central para los geógrafos. Aquí tenemos bastantes objetos de conocimientos  de los que ocuparnos. Lo mismo diría para el caso de la historia local y de los que se ocupan de la historia y su enseñanza.

El lugar es el espacio territorial  íntimo y cercano donde se desenvuelven la mayor parte de las actividades  del ser humano. Generalmente es el sitio donde una persona  nació y creció, donde se educó, labró su personalidad, están sus familiares, cultivó sus amistades y con el cual estableció un vínculo afectivo. En una comunidad definida en términos territoriales y de relaciones humanas, con la cual la persona siente vínculos de pertenencia. Puede ser una aldea, un pueblo, un barrio o un condominio. Siempre será, necesariamente, un espacio geográfico limitado en su tamaño, de tal manera que la gente pueda establecer relaciones interpersonales.
El lugar es una síntesis superior de los procesos geo-históricos que se dan en un territorio, resultado de la interacción de los seres humanos entre sí, entre ellos, la naturaleza y en un transcurso de tiempo dilatado, que le determinan un carácter particular y específico, es decir, una identidad.
Esta síntesis no se produce de manera autárquica, pues recibe múltiples influencias que provienen de fuera del lugar, consecuencia de migraciones, influencias culturales, presencia de personas innovadoras y creativas, incorporación de elementos nuevos por organizaciones políticas, empresariales, religiosas y de otro tipo. También, por influencia determinante de planes, proyectos oficiales o privados.
La naturaleza también cambia, sea por procesos locales, regionales o planetarios, modificando el relieve, el clima, la vegetación y en general el ambiente natural predominante.

Lugarización.
Es el proceso mediante  el cual un lugar se inserta con eficiencia en lo global valorizando su identidad, su singularidad.  La palabra lugarización trata de definir este fenómeno reciente, de enorme vitalidad como fuerza para una nueva organización de la sociedad y del territorio. La lugarización, como tendencia complementaria a la globalización, es el desarrollo de las localidades, con los claros rasgos de su identidad pero con una fuerte vinculación con lo planetario. Es un lugar singular vinculado con el mundo, plenamente inserto en él.
Este fenómeno del desarrollo cualitativo de lo local está íntimamente vinculado con la extensión y revalorización de la libertad, el pluralismo y la diversidad. Por ello, una tendencia importante hacia el futuro es que podamos contar con un planeta mucho más diverso, con infinidad de culturas locales conocidas, respetables y respetadas unas a otras, libres pero conectadas mediante la infinidad de redes institucionales, económicas, culturales, políticas y de todo orden.
Los procesos geo-históricos que modelan los lugares encuentran en la globalización enormes desafíos, que pueden traducirse en una pérdida de identidad y pasar a ser especies de no-lugares, o encontrar en ella las oportunidades de afianzar sus particularidades pero introduciendo los elementos de la modernidad que mejoran la calidad de vida, e incluso mejoran la calidad del entorno natural y lo enriquecen. Todo depende del dinamismo del lugar y de la calidad de su liderazgo.
Como diría José Antonio Marina [8](2004) habrían lugares estúpidos y lugares inteligentes. De hecho buena parte de las modernas teorías del desarrollo local parten justamente de la naturaleza del lugar, del territorio y de su gente, entendiendo que la extensión de la homogeneización planetaria no es conveniente a los fines de todo lo que mueve el espíritu humano. Que la identidad es una necesidad axiológica como la subsistencia, la seguridad o el entendimiento.
Cualquier lugar del mundo puede desarrollar un proceso de lugarización exitoso, pero indudablemente tendrá ventaja los que tengan algunas de las siguientes condiciones:
a) Conciencia del lugar presente, sus potencialidades, sus debilidades, las oportunidades que puede aprovechar, el rol que puede jugar.
b) Conciencia de las raíces de su identidad, su historia, su marco geográfico, su cultura.
c) Definiciones sobre el lugar futuro, es decir sobre el proyecto colectivo que desean construir.


CONCLUSIONES

Coincido que frente a los desafíos de un mundo global, frente a las transformaciones profundas y violentas que son el sello de la realidad y que producen esta “sociedad líquida”, donde es fecundo el desarraigo, la fragmentación y la soledad de las personas y las comunidades, toca a la identidad, a la geografía y a la historia, a la cultura en general unos enormes desafíos. Y aquí son fundamentales los relatos, la memoria y el conocimiento del entorno. Pero bajo unos métodos o enfoques que generen esas seguridades, serenidades y confianza de que se está en un lugar conocido, querido y que tiene futuro vivible, sostenible para vivir bien, uno y sus descendientes. O nos sumergimos en un torbellino inabarcable, o navegamos en las aguas mansas de la serenidad.

FGC. 11/2017




[1] Ponencia de Francisco González Cruz en el I CONGRESO LOCAL   PARA LA ENSEÑANZA DE LA GEOGRAFÍA E HISTORIA DEL ESTADO TRUJILLO. 23 y 24  de noviembre de 2017, Universidad Pedagógica Libertador.
[2] Zygmunt Bauman es el autor del concepto «modernidad líquida» para definir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos (BAUMAN, 2016)
[3] En la mitología griega, Sísifo es conocido por su castigo: empujar cuesta arriba por una montaña una piedra que, antes de llegar a la cima, volvía a rodar hacia abajo, repitiéndose una y otra vez el frustrante proceso.
[4] EL CAMINO HACIA EL FUTURO: Llevando consigo la memoria de las raíces. Jorge Ma. Bergoglio (Papa Francisco. Revista HUMANITAS 47 (julio-septiembre 2007) 


[5]Jose-antonio-marina.blogspot.com
Hassan Zaoual, Editions L’Harmattan, Paris, France, noviembre 2008
[6] DÉVELOPPEMENT DURABLE DES TERRITOIRES. Economie sociale, environnement et innovations.  Hassan Zaoual, Editions L’Harmattan, Paris, France, noviembre 2008

[7] David Bohm.  La totalidad y el orden implicado. Kayrós. Barcelona, 2008.

[8] MARINA, José Antonio (2004). “La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez” Anagrama.