El futuro está cerca

Es importante leer la realidad que se vive en las calles de Venezuela y en los escenarios internacionales: el “proceso” está muerto. Lo mató su carácter hegemónico en un mundo diverso y multipolar; su temperamento violento en tiempos que reclaman paz; la profunda y extensa corrupción en medio de la transparencia que dan la globalización tecnológica y otros instrumentos; su estatismo concentrador en una sociedad que se descentraliza; su anacrónico modelo interventor en la economía en tiempos de productividad y competitividad.

En las calles se vivió la semana pasada una jornada de civismo que no dudo en calificarla de heróica, pues frente a las violaciones y provocaciones de un CNE que debería facilitar el ejercicio de un derecho constitucional, la gente fue a validar su firma en sana paz, con alegría y esperanza. Al abuso del poder, las amenazas y el uso delincuencial de las instituciones públicas, el pueblo respondió con hidalguía.

Por otra parte presenciamos un alarde de organización muy eficaz. La gente se movilizó, viajó, hizo su cola, regresó y se ayudaron unos a otros en el abastecimiento de algunas bebidas y alimentos. Todo desde la base y con gran entusiasmo. Eso dice mucho de la capacidad popular en las tareas que vienen en la construcción del país que queremos y nos merecemos.
En las jornadas de la semana pasada se vio a un país que quiere un país en paz, honesto y productivo. Y que está dispuesto a luchar por ello con las normas que establece la Constitución.

Por otra parte desde la OEA y con base al informe de su Secretario General Luis Almagro, el mundo entero conoció los resultados de 17 años de abuso, corrupción y violencia. Muchos se estremecieron al enterarse por un informe autorizado el drama que vivimos los venezolanos.

Los problemas de Venezuela lo resolveremos los venezolanos, como quedó demostrado en las jornadas de recolección de firmas y en su validación. Y quedará ratificado en las próximas jornadas de activación del referéndum revocatorio. Todas las acciones en el exterior ayudan, pero nos corresponde a nosotros conducirnos cívicamente hacia una salida en libertad, democrática y electoral.

Por ello el proceso de destrucción nacional se acerca a su fin. Y se levantan las esperanzas de que el futuro está cerca.